La última película de Pedro Almodóvar es un ejemplo de fidelidad a la raíz misma de la creatividad.

En Dolor y gloria el director no se despega un segundo de los elementos que han impulsado su carrera, y que están en estrecha relación con su propia historia.

Familiar, para comenzar, con recuerdos nítidos de su infancia manchega. Nostálgicos, sí, pero nada oscuros, más bien luminosos: pueblos blancos, lavanderas a la orilla del río, caballerías, niños de pantalón corto que difícilmente serían escolarizados en aquella España de Franco y, sobre todo, curas, muchos curas siempre en las películas de Almodóvar.

Los primeros deseos, los primeros amores, en su caso ligados al despertar de la homosexualidad... Claves del aprendizaje sentimental y artístico en el Madrid de los años ochenta, de la movida, marco de libertad donde él empezaría a destacar como cantante, actor, showman y finalmente director de cine.

Relaciones amorosas que marcarían su vida con hombres que, al dejarle, optaron por unirse a otros o bien a mujeres. El niño, el adolescente, el joven salvaje que caminaba peligrosamente entre los abismos del sexo y las drogas fue dando paso al maduro artista que recuerda y sufre, y sueña con rehabilitar sus días perdidos de dolor y gloria como materia para una nueva película.

O para un melodrama, más exactamente, pues no es otra cosa lo que Almódovar filma. ¿Comedia, tragedia? Él mismo, encarnado, en una notable actuación, por Antonio Banderas, se responde en la pantalla: Eso no se sabe nunca. Y tiene razón, pues en sus películas la muerte y la vida, la alegría y las lágrimas se dan la mano como en un tango, como en una copla, como en un bolero de Chavela Vargas.

Cine español, españolísimo, y al mismo tiempo universal en muchos de sus planteamientos. Cine de raíz, sofisticado, rico en atrezzo, decoración y recursos, pero finalmente, en su base, muy simple en la fuente clara de su creación: recuerdos de una infancia manchega, bajo el sol inmisericorde que ya abrasó los sesos de Quijano; bajo el calor de los focos, en confusos escenarios; o dentro del alma, iluminada por la luz de la fantasía.

Almodóvar. Raíz. Marca.