Como ya lleva dos semanas en las salas, supongo que bastante de ustedes habrán visto El Reino, la más ambiciosa película española dedicada a nuestra corrupción política. No importa. Además, así no les condicionaré al respecto. Y si todavía no han pasado por taquilla les recomiendo que lo hagan. No se trata de una obra maestra ni profundiza lo suficiente en el tema, tiene algunos fallos de guión y el final, muy discursivo, te deja más bien frío. Pero está muy bien interpretada, ofrece secuencias de ambientación y desarrollo casi perfectos y resulta entretenida. Por supuesto, lo que allí sale es una mezcla medida y muy enmascarada de diversos casos ocurridos en España durante los últimos tiempos, con la Gúrtel valenciana y los papeles de Bárcenas como principal inspiración.

Lo que sucede es que El Reino resulta ser una peli de realismo evocador más que de ficción verosímil. En ella hay más alusiones que datos. No describe tanto el hecho de la corrupción en sí mismo, sino lo que sucede cuando la cosa estalla y todo el mundo quiere salirse por la tangente, convertir a otros en chivos expiatorios o utilizar pruebas que apunten más arriba para lograr un trato favorable a la hora del ajuste de cuentas.Por eso salen políticos pero no empresarios ni altos funcionarios, que son, unos y otros, parte esencial y necesaria de la ecuación. La Justicia apenas es aludida. La opción de callar para siempre la boca de quienes saben demasiado flota y se materializa de manera muy forzada.

Es esto, precisamente, lo que suele ocurrir en el terreno de la realidad, de la actualidad cotidiana. Gran parte de la opinión pública española sigue sin entender el calado y la naturaleza de la gran corrupción, que no radica en el patrimonio de los políticos ni en sus sueldos ni en sus excesos más livianos (tarjetas black incluidas), sino en la adjudicación de contratas, los chanchullos financieros, las recalificaciones urbanísticas y el tráfico de influencias en general. Es ahí donde están el parné y las respetables sociedades anónimas. Habrá más películas. Seguro.