Imagine el lector, por un momento, lo siguiente: el presidente del Congreso de los Diputados, señor Marín, organiza una cena en su casa a la que asisten un grupo de diputados del PSOE junto a algunos destacados miembros del partido, descontentos con Zapatero.

Imagínese que hay convocado un pleno del Congreso para tres días después de celebrada la cena. Un pleno en el que el Gobierno socialista va a presentar un ambicioso plan de inversiones. Y, siga imaginando el lector, que en la reunión celebrada en el domicilio del presidente del Congreso se acuerda, ¡nada menos!, que los diputados socialistas allí presentes protagonizarán un plante contra el presidente Zapatero no asistiendo al citado pleno que presidirá, como es lógico, el anfitrión, señor Marín. ¿Qué no habrían dicho los señores del PP y su equipo mediático habitual? ¿Qué no, sus palmeros comentaristas?

Pues esto, exactamente, es lo que ha sucedido en el País Valenciano protagonizado por el presidente de las Cortes Valencianas, Julio de España, y un grupo de diputados y políticos del PP liderados por el ex ministro Zaplana, todos ellos adversarios de su correligionario, el presidente de la Generalitat, Francisco Camps.

El presidente del Parlamento valenciano convocó el pasado sábado, día 24, en su casa, una cena a la que asistieron el grupo de diputados y políticos a que me he referido, acompañados por el mismo Zaplana. Y en esa reunión se tomó el acuerdo de que los diputados allí presentes protagonizarían un plante contra el presidente del Ejecutivo valenciano, Francisco Camps, no asistiendo al pleno de las Cortes Valencianas, convocado para el martes 27, en que Camps iba a presentar un ambicioso plan de inversiones elaborado por su Gobierno. Y así fue.

Catorce escaños del grupo popular permanecieron vacíos durante la sesión plenaria. Es decir, en el propio domicilio del presidente de las Cortes se organiza un acto que significa, no sólo un menosprecio al Parlamento que él mismo preside sino a todos los ciudadanos, puesto que las Cortes Valencianas es la institución que representa la voluntad popular. Pero nadie, desde las filas político-mediáticas del PP de ámbito nacional, ha levantado la voz ni ha protestado. Salvo en Valencia, claro.

Y es que en la Comunidad Valenciana el PP está dividido gracias a las maniobras de Zaplana. Desde que el PP perdió las pasadas elecciones y dejó de ser ministro, el portavoz del grupo popular en el Congreso no ha cesado de ir poniéndole chinitas en el camino al actual presidente Francisco Camps. Chinitas que con el paso del tiempo se van convirtiendo en verdaderos pedruscos. Como, por ejemplo, el plante de un grupo de diputados zaplanistas que acabamos de exponer.

No hace muchos días, el líder del PP, Mariano Rajoy, estuvo en Valencia con el fin de poner paz y mostrando su respaldo al presidente Camps, ganador de las últimas elecciones autonómicas por mayoría absoluta y candidato indiscutible a la presidencia del PP valenciano en el próximo congreso. Y es ahí donde le duele a Zaplana. Interrumpida su carrera política en Madrid al perder el PP las elecciones, y apeado por tanto de la poltrona ministerial, Zaplana necesita la peana que supone la presidencia del Partido Popular en Valencia y, desde la misma, intentar el regreso a la presidencia de la Generalitat en las próximas autonómicas.

Zaplana es un político que necesita el poder y que no tiene escrúpulos. Y nada le importaría que con sus maniobras, maquinaciones e intrigas para alcanzar su objetivo, se produjera la ruptura del partido en Valencia. O yo, o el caos . Los hechos que acabamos de describir son buena prueba de ello.

El PP valenciano vive momentos difíciles. Los enfrentamientos de dirigentes y cargos zaplanistas con el resto del partido son cada vez mayores. ¿Y qué dicen en la calle Génova? ¿Qué dice Rajoy? De momento, y mientras escribo estas líneas, Rajoy se encuentra nevegando con Zaplana en el barco del presidente de Baleares, Jaume Matas, por aguas del Mediterráneo. Supongo que algo habrán hablado o hablarán de lo sucedido en las Cortes Valencianas el pasado día 27. Lo que a uno le gustaría saber son las milongas que Zaplana le contará a su secretario general y líder, Mariano Rajoy, para explicarle lo de Valencia.

En todo caso, Zaplana supone un peligro para el Partido Popular. De momento, está tratando de crear un conflicto en Valencia de graves consecuencias Una de ellas cargarse el partido. Rajoy tiene la palabra. El sabrá.