Observar a nuestros congéneres, ver su diversidad y llegar a la conclusión de que no existe un estereotipo que defina la especie humana, es un ejercicio de alto aprendizaje. Son tantos los parámetros que influyen en la forma de ser, que es difícil especificar quién está dentro y fuera del modelo.

Creo, con toda sinceridad, que ni siquiera existe un patrón sobre el que basarnos, solo concurre la circunstancia de ser más o menos afín con algunos del conjunto, y con eso es muy posible que nos demos por satisfechos al comprobar que no somos únicos y, por tanto, atípicos.

Lo primero que sucede es que el modelo de sociedad suele estar basado en una cultura, la suya, que se interpreta como la acertada, entre otras cosas porque se sostiene en una religión, y mal andaría si no se tuviese el convencimiento de tener para ella al dios verdadero; dos religiones compartiendo el mismo ser supremo tendrían muy limitada su existencia.

Pero incluso sin entrar en disquisiciones religiosas y solo quedándonos en la cultura, que suele estar basada en costumbres, podemos ver cómo la diferencia entre los grupos sociales marcan a unas personas frente a otras, y lo he escrito así con pleno conocimiento de lo que hacía, pues son individuos enfrentados y compitiendo.

El estudio de una sociedad no debe darnos a entender que esté libre de alteraciones interiores, pues la diversidad de sus individuos proyecta multitud de estas. Por fortuna, el pensamiento es libre y marca sus propios caminos, frente a eso no es necesario hacer nada, lo malo es cuando aparece la falta de raciocinio y, junto con los avances tecnológicos que estamos viviendo, da entrada a posiciones de opinión que marcan a un buen número de individuos que sin mayor análisis los hacen suyos, no por convencimiento reflexionado, sino por estatus acomodaticio.

Estas personas, de manera muy curiosa, defienden con ardor posiciones intelectuales que ni son suyas y, en muchas ocasiones, ni siquiera comprenden, pero son belicosas con relación al resto y esto les da la fuerza que no les presta el pensamiento, debo decir que me produce la pena de unos congéneres alejados de sí mismos.

También en la especie encontramos aquellos que demandan sus derechos, sin entender que tienen sus limitaciones en los del resto. Esta podríamos definirla como la del egoísmo, nunca ven ni comprenden lo que pasa a su alrededor, solo se derivan hacia sus propias fantasías que por lo general son bastante artificiales y basadas en la emotividad que producen determinados actos de festejos por comunión con ellos, en especial sucede con los deportivos. Está muy bien la alegría que produce sentir el triunfo de los equipos o deportistas en los que crees, pero llevar eso al vandalismo es un extremo nada recomendable.

También sucede en las reivindicaciones sociales. Este instrumento, basado en manifestar nuestra reclamación a favor o en contra de algo, queda establecido en la libertad y el derecho individual y por tanto en su aportación al valor democrático, pero cuando esto se deriva en posiciones de salvajismo está perdiendo todo el valor que tenía. La violencia es la negación del ser humano.

Por último, la no participación en el desarrollo de la sociedad a la que perteneces define a quien lo practica, como quien niega compartir con sus vecinos no solo las preocupaciones, sino además la búsqueda de soluciones, que además, cuando se encuentran y aplican, son criticadas por estos.

Esta enumeración de papeles que representan a las personas en nuestro variopinto zoológico no es una crítica a cómo debemos ser: individuos con nuestras propias definiciones o ciudadanos como miembros positivos del conjunto con aportación permanente de ideas basadas en el bien común, es una representación de todos aquellos que basan su vida en la falta de criterio personal y en el sectarismo que da la facilidad de apuntarse a la parte más animal de nuestra especie.

Seamos personas con nuestras propias capacidades de pensamiento libre, con el sentido de que la convivencia debe estar soportada en la solidaridad, y ante todo con la defensa de nuestras posiciones solo basadas en la racionalidad. H