Las gentes del PP, ya un tiempo atravesando el desierto pero aguantando y atisbando el oasis reparador, están de congreso. La victoria de Gustavo Alcalde está cantada, y solamente falta que tienda su mano amiga al derrotado Atarés, siempre un activo importante. Madrid es mucho Madrid, y por ello emerge con fuerza Domingo Buesa, un hombre silente y de hermosas maneras que deberá despegar sus ropones de algunas sacristías para demostrar su valía. El electorado está muy atento a estas cuestiones. No obstante, el PP aragonés cuenta con gentes valiosas cuyo silencio no significa otra cosa que la firme voluntad de mantener la antorcha de una ideología conservadora en cuestiones económicas pero más avanzada de lo que se cree en otras. Hombres como Cosme Martínez, José Pedro Sierra, Luis García Carús y muchos otros, son firmes valores tanto a la hora de defender las legítimas aspiraciones del PP como los valores de un Aragón en el que creen y por el que luchan. En estas horas de lamentos, su presencia es todo un síntoma de esperanza. Alcalde lo sabe, y, por contar con estos mimbres, debería tender la mano a los heridos.

*Profesor de Universidad