No entiendo la generalizada decepción que ha suscitado la pobreza de resultados prácticos de la reciente cumbre en la Moncloa entre el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y el presidente Marcelino Iglesias. Quizás al aparato de agit-prop del gobierno regional se le fuera la mano a la hora de suscitar expectativas de difícil consecución. Quizás, en nuestra eterna ingenuidad, pensáramos que, desactivado el fantasma del trasvase, la reapertura del Canfranc ya estaba al caer.

¿Vamos a descubrir ahora que Aragón es lo que es? ¿Qué nuestra poquedad demográfica nos sitúa de forma habitual en la segunda fila de la cola del reparto? ¿Ignoramos que algunos éxitos políticos no son nuestros sino que se han producido más por carambola e inopinada confluencia de intereses con regiones que sí cuentan en el conjunto nacional? ¿Es que no acabamos de aceptar lo evidente, que no es razonable exigirle al presidente regional la comisión periódica de milagritos?

Sólo la inmadurez política justificaría exageradas esperanzas en un encuentro evidentemente protocolario, pero que muestra un buen clima relacional entre Madrid y Aragón. Lo que, dicho sea de paso, no es poco. No. Dejemos de esperar el maná madrileño y pidamos a nuestros gobernantes que trabajen tajo parejo en y desde Aragón. Es aquí donde el gobierno aragonés debería brillar con luz propia. Esa, y no la tarea de Rey Mago, es la principal asignatura pendiente de nuestro presidente regional.

*Periodista