No sé si considerarlo patético o ridículo. Y ya me perdonaran aquellos de ustedes que beben de las fuentes oficiales y los telediarios de TVE, pero asistimos a un espectáculo que da grima más que risa. Como cuando Puigdemont se deja llevar por la ciclotimia (¡pobre tipo!) y dice que esto (lo suyo) se ha acabado, y en Moncloa estallan de gozo, y en Prado del Rey y en los medios afines se celebra el bajón anímico del expresident como una victoria definitiva sobre el independentismo catalán, y el ministro anuncia que en un par de meses ya estarán inhabilitados los presuntos sediciosos del 1-O... Aunque, por si acaso, la Guardia Civil revisa aleatoriamente los maleteros de los coches que vienen de Francia (pues podrían tener su origen en Bruselas), y la buena gente llega a convencerse de que el lío de Cataluña se acabó, cuando en realidad sigue metido en un retorcido callejón sin salida.

Sigo pidiendo disculpas porque veo a muchos españoles de pro entusiasmados con el sesgo tardocanovista (por llamarlo de alguna manera) que está tomando la vida política e institucional de España. Los que no somos ni tan patriotas ni tan monárquicos hemos flipado en colorines con los fastos y ceremonias organizados con motivo del 50 cumpleaños del Rey. En particular la imposición a Leonor, la princesita de Asturias, del collar del Toisón de Oro, con aquellos discursos y aquella prosopopeya. Que sí, que la chavala estuvo muy rica y muy formal en semejante situación; pero las exhortaciones constitucionalistas de su papá y el mero hecho de que se condecorase a una niña de 12 años resultaba tan anacrónico como raro. Porque ni a la criatura la hemos elegido para nada ni ella ha decidido ser princesa y luego reina, en vez de modelo de pasarela o escritora de best sellers, que a lo mejor le hacía más ilusión.

En fin, no sé. A lo peor el problema es mío, que soy un inadaptado. Pero todo el circo me resulta poco creíble. Y no me consuela que los americanos eligieran presidente a Trump y los británicos votaran el brexit. Cada cual se rasca donde le pica.