La pereza estaba muy avanzada, era la nueva religión secreta de occidente, el nuevo evangelio clandestino. En España, que ha dado un gran salto en el último cuarto de siglo, la pereza todavía lleva mucho retraso, digamos que está detrás o después de la segunda residencia, sin agobios laborales, en un nivel inaccesible para la mayoría de la población... inaccesible pero muy visible: nunca tanta gente había disfrutado de ese estatus con naturalidad y nunca tanta gente lo había visto tan cerca. La mayoría de la gente que maneja el país y decide cosas importantes está instalada en ese horizonte (a veces con mala conciencia, pero esa es otra bifurcación).

La pereza requiere un cierto nivel de democracia. Por definición: es más cómodo (más perezoso) estar homologado, repartir las tareas y las responsabilidades. La dictadura convencional obliga a estar encima de todo, exige muchos recursos. El paradigma de la pereza confía en el control comercial, en la ortodoxia de la economía que se llama liberal pero no acaba de serlo (picaresca global): falsas contabilidades (Parmalat la última), simulacro de libre competencia (Telefónica y su multa irrisoria), privatizaciones amiguetiles (todas), gobiernos muy influidos --o dirigidos-- por corporaciones (Bush), gobiernos declaradamente comerciales (Berlusconi), etcétera. España no ha liberalizado las televisiones y las emisoras de radio: los gobiernos las conceden graciosamente, gestionan este mundo con gran arbitrariedad, saltándose sus propias leyes, las sentencias judiciales... Se puede abrir un taller mecánico, un bar, una fábrica de chupetes o un periódico, pero no una televisión, ni una radio.

El objetivo de la pereza, al menos en la fase en que se encontraba antes del 11-S y el 11-M, no era universal. Era pereza para Occidente, que se atribuye a si mismo la capacidad de decidir las fases, la hoja de ruta, el calendario y los requisitos que han de ir cumpliendo los aspirantes.

La pereza es que no te afecten los marrones, ni en el barrio ni en el hemisferio. Es poder decidir en qué vas a pensar, o en qué no vas a pensar... y cuando. La pereza tradicional, resignada, la del clochard, o la que inspiraba a la bohemia no tienen nada que ver con esta utopía avanzada, que es una pereza de lujo y que ahora está amenazada. Hasta a los príncipes los registran en la aduana.

*Periodista y escritor