Desde hace días los perros y demás mascotas pueden ser llevados por sus dueños en autobuses y tranvías o pueden ser dejados sueltos en algunos lugares. Siempre dentro de unas normas básicas para evitar mayores molestias a otros vecinos. La medida, polémica y problemática sin duda, provocó apasionados debates. Sin embargo, como suele suceder, su puesta en marcha no ha dado lugar hasta hoy a ningún incidente conocido. El propio sentido común de las personas ha evitado mayores problemas.

Ahora se habla de autorizar la presencia de animales en ciertos locales públicos. Las autoridades municipales de Zaragoza lo permiten, pero el Gobierno de Aragón no. Y se ha pedido aclarar esta aparente contradicción. De nuevo habrá discusiones al respecto. Sin embargo, la realidad nos empuja a tratar este tema con tranquilidad y buena lógica. No pasa nada por abrir la mano, permitir una mejor convivencia entre mascotas y personas y en todo caso controlar la experiencia para revertirla si las cosas no fuesen como deben. No parece tan complicado.