Hace apenas unos días se originó cierta polémica entre los pescadores al concerse que la DGA pretendía cobrar por pescar en el Mar de Aragón. La detención, ayer, de un furtivo cuando había capturado más de 200 ejemplares de especies diversas con una red de cien metros, debería servir de ejemplo y de acicate para acallar las críticas. Sobre todo al conocerse que el ciudadano sorprendido era un chino que regentaba un restaurante en Barcelona en el que, por cierto, se hallaron peces de agua dulce congelados. Saquen sus propias conclusiones.