No sé qué margen de maniobra tendrán los negociadores del PSOE/UP en sus reuniones con ERC tratando de conseguir su abstención. Sánchez ha dicho por activa, por pasiva y por perifrástica que diálogo sí, pero dentro de la ley; ha insistido una y otra vez en que cualquier negociación tendrá los límites que marca la Constitución. Y estos límites quedan perfectamente reflejados en el acuerdo entre las dos fuerzas de izquierda. Está por ver si en ERC se impone la gente que ya ha hecho una cierta autocrítica o, en previsión de una más que probable campaña electoral catalana, seguirá enrocada en sus posiciones maximalistas para consumo interno, al menos de la minoría de catalanes que según las encuestas hoy votarían la independencia. Ofende el relato independentista de tomar la parte por el todo e identificar con el pueblo catalán, con todo él, a sus votantes.

Veremos qué margen hay para el acuerdo pero yo no soy especialmente optimista visto lo visto. La Constitución refleja en su art. 2 el consenso al que se llegó incluyendo el término «nacionalidad» del que nunca nadie explicó muy bien su diferencia con el de nación. Si estamos hablando de peculiaridades culturales nada que objetar. Si se trata de conseguir privilegios económicos o sociales, esos que rechazan los arts. 2 y 138, pues no. Si se trata de romper la unidad y la solidaridad, pues tampoco. La solución parece clara: la abstención de otras fuerzas ningunearía a los independentistas. Pero esto todavía es más difícil. Ciudadanos se seguirá suicidando y Beamonte acusa a Sánchez de estar enfermo y radicalizado. Yo, la verdad, esperaba más de todo un convalidado licenciado en Derecho en la Rey Juan Carlos. Todavía no se ha enterado de que el PP ha pactado siempre que ha podido con la extrema derecha. Que se lo explique Azcón, a ver si lo entiende.

*Profesor de la Universidad de Zaragoza