El dato de que los precios han subido el 1% en octubre es preocupante, pero no ha sorprendido a nadie. La moderación del IPC español hasta septiembre era ficticia, porque aún no recogía el incremento del precio del petróleo que se dio antes del verano y su efecto en las cuentas de las empresas y de las familias. Ya se ha reflejado en octubre, junto al incremento del coste de la ropa de invierno y de las cuotas escolares, hasta colocar la inflación interanual, desde octubre del 2003, en el 3,6%. Algo peor en Catalunya, donde ya ha llegado al 4% y compromete muy seriamente los intentos de mantener la competitividad en productos y servicios.

La incertidumbre del precio del petróleo marcará la agenda de las próximas semanas. Como estamos a final de año, este IPC provocará movilizaciones. Desde los agricultores y transportistas, cuyos ingresos dependen mucho del gasto en carburante, hasta los asalariados, que tienen vinculado su poder adquisitivo a la inflación.

El Gobierno habrá de demostrar que sabe actuar con un dato tan desfavorable, además de pagar a los pensionistas las diferencias. Y patronal y sindicatos deberán exponer con claridad sus exigencias ante este cambio de escenario.