Para entender el desabastecimiento de determinados medicamentos en las farmacias hay que hacer números. Basta una cuenta muy simple: el año pasado los recortes de la ministra Mato aplicados a las recetas supusieron una pérdida de 587 millones a las compañías farmacéuticas. Y sin embargo el sector sigue creciendo porque exporta la mayor parte de su producción a países menos afectados por la austeridad. Un ejemplo: la española Grifols ganó 345,6 millones, un 34,69% más que en 2012 porque casi la totalidad de su producción se fue al extranjero. Desde que el Gobierno de Rajoy empezó a aplicar severos recortes sanitarios el sector farmacéutico está en pie de guerra, y por lo que se intuye los pacientes llevan camino de perderla porque es materialmente imposible que un gobierno pueda parar los pies a las empresas cuando gobierna en defensa del libre mercado. ¿Cómo se explica que las grandes multinacionales de farmacia hayan trasladado su producción a España desde que se aprobó la reforma laboral? ¿Cómo se puede admitir que la sudafricana Aspen haya desabastecido las farmacias de medicamentos imprescindibles para el cáncer de ovario y leucemia de los que dependen 75.000 españoles ahora mismo? La Asociación de Padres de Niños Oncológicos ha denunciado lo que la justicia podría perseguir como un delito contra la salud pública, pero este laboratorio puede hacer de su capa y un sayo y hasta exigir al ministerio de Sanidad, como lo está haciendo, que suba los precios de sus productos un 4.000%. Periodista