Resulta desconcertante. Nos venían diciendo que los rusos intoxicaban a través de internet nuestros procesos electorales, que sus máquinas infernales propiciaron la victoria de Trump y la DUI catalana. Pero ahora resulta que 50 millones de perfiles de usuarios norteamericanos de Facebook fueron filtrados a una consultora británica para ser utilizados en la campaña de las últimas presidenciales estadounidenses. O sea, que Donald sí compitió dopado. Pero no por los hackers y bots al servicio de su amigo Putin, cuyas supuestas insidias casi nadie leyó ni vio, sino por una compañía occidental que cotiza (ahora, a la baja) en Wall Street. En cuanto al lío de Cataluña, ni opinadores tan obvios como Arcadi Espada se han tomado en serio lo de la mano moscovita meciendo a Puigdemont en su cuna. Piensen ustedes lo que quieran.

Esto es muy turbador. Cabe pensar que Sarkozy, el Rajoy gabacho, impulsó la intervención armada en Libia... para acabar con Gadafi y que este no pudiera contar jamás cómo financió al francés con maletones repletos de euros. Al menos eso se desprendería de lo que vamos sabiendo. Eso sí, el país norteafricano es actualmente un lugar donde proliferan el yihadismo y la trata de seres humanos; un lugar cuya mejor opción política está hoy capitaneada... ¡por un hijo de Gadafi! No me digan que la cosa no tiene guasa, ¿eh?

En cuanto al master de Cifuentes en la muy pepera y sospechosa Universidad Rey Juan Carlos, no parece fácil llegar a conclusión alguna entre tanta contradicción por parte tanto del Rectorado como de la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Hemos visto y oído cosas tan raras, que cualquier versión podría acabar pareciéndonos verosímil, incluso la rocambolesca historia del «error administrativo».

Y en estas que las Cortes de Aragón empezaron, por fin, la investigación de aquel Plan de Depuración de Aguas que nos trajo en bandeja las instalaciones sobredimensionadas o inexistentes, la privatización a precio de oro del saneamiento y, al final, el ICA. A ver en qué para.