A Pilar de la Vega la tuve como alumna en un breve Seminario que impartí en 5° de Letras en 1972. Es alcarreña (como Aurora Egido; y tantos otros casos de sorianos, riojanos, etc. entre nosotros: nunca agradeceremos y nos enorgulleceremos lo suficiente por esas vidas hechas y entregadas aquí, de Hipólito a Gaizka). Hija, nieta y biznieta de maestras, licenciada en Geografía e Historia estudió también Derecho, donde colaboró con Jesús Lalinde; catedrática de instituto desde 1976, trabajó en Didáctica de la Historia en el ICE (luego abordó la Historia local y oral) y dirigió el Juan de Lanuza de Borja y después el Miguel Antonio Catalán de Zaragoza.

Directora Provincial de Educación de Zaragoza de 1983 a 1991 (primera mujer con ese cargo en España), en esos densos y tensos ocho años, impulsó un programa de infraestructuras e inversiones educativas, apoyó la puesta en marcha de nuevas leyes educativas y políticas compensatorias, participó en reuniones y conferencias (Florencia, París, Reims, Estocolmo, Tokio) sobre la calidad de nuestra educación, y desarrolló una gran labor divulgativa: exposiciones de pintores y escultores aragoneses en Francia, Holanda, Portugal y Marruecos.

Antes, en 1976, había sido una de las dieciséis personas que fundamos el Partido Socialista de Aragón, aportando la visión de una mujer fuerte, incansable, discutidora. Y colaboró en Los Aragoneses, un libro pionero en el que le encargué la historia de nuestra ciencia. Como la mayoría, se incorporó luego al PSOE, participando en trabajos sobre educación y mujer, y fue diputada de las Cortes de Aragón durante la tercera legislatura (1991-1995). Consejera de Educación y Cultura en la DGA nueve meses(1993-1994), durante el Gobierno de José Marco (un chirrido en esa intensa vida), en julio de 1995 fue designada delegada de Gobierno en Aragón, un año escaso. Carreras breves, en las que mostraba claridad de criterio, decisión, energía. Aún recuerdo la cara de mi suegra, a la que había llevado al Pilar, cuando se la presenté en la plaza como nuestra "gobernadora" (aún cree que era broma).

Siempre en posturas renovadoras, a veces audaces, sin apoyos suficientes, en la Delegación del Gobierno sufrió muchos embates, al ser ése uno de los blancos de las luchas intestinas socialistas. Sus detractores le acusaron de haberse tomado diez días de vacaciones en los que, también fue casualidad, se produjeron una gran catástrofe montañera, el secuestro a Publio Cordón y un atentado ferroviario de ETA: pero había delegado sus funciones en el gobernador de Huesca, y nombrado gobernador accidental a Miguel Horno. Como así se escribe la historia, Pilar no ha abandonado su ideario, pero sí esa primera línea bajo fuegos cruzados. Además de sus clases, que sé magníficas, fue cofundadora e impulsora del Club de Opinión La Sabina; brillante colaboradora habitual en los medios, desde febrero de 2011 preside el Comité Autonómico de UNICEF Aragón. Todo un carácter.

José Antonio Rojo, su marido (ya hay quien cree que estoy haciendo campaña con estos ejemplos de grandes parejas por las familias tradicionales: ellos no lo son, permanecen porque el amor y las ideas coinciden) es doctor en Ciencias Físicas (con una tesis sobre el Estudio magnético de bajas temperaturas de aislantes y conductoras, 1981), profesor titular en el Departamento de Ciencia y Tecnología de Materiales y Fluidos (que dirigió de 2003 a 2009), y trabaja sobre los de mayor interés tecnológico. Un mundo inextricable para el profano. Y, como todo buen científico, persona discretísima, amable, sencilla.

Prototipo del profesor gestor que acepta sonriente los encargos por ingratos que sean, presidió la Comisión de Doctorado y formó parte de la Comisión de Evaluación de la Docencia, dos tareas complejas y arriesgadas, pues no a todos satisfacen ciertos criterios de exigencia. Colaboró en el diseño del nuevo procedimiento telemático de evaluación del profesorado, algo que sólo mirando a la etapa anterior (no se controlaba nada) puede valorarse justamente. Sin duda por ello recibió la primera Mención de Honor a la Innovación Docente del Consejo Social de la Universidad de Zaragoza en 2007 por el proyecto Aún aprendo.

Y aunque en esta sociedad nuestra, afortunadamente muy secularizada, laica, resuenan mucho los gritos de los Roucos y Caminos, hay también muchos cristianos "de base", que no ocultan su postura. María Pilar y José Antonio, por ejemplo; prudentes, abiertos, dialogantes... (como muchos de sus amigos que no tenemos esa fe). Rojo ha aportado sus puntos de vista en el Centro Pignatelli en el ciclo El misterio de la mente humana hablando sobre mente y materia; en las Jornadas de la Asociación cristianas y cristianos hoy, sobre La ciencia ante el misterio del Universo; en su curso en la UNED de Tudela sobre las relaciones entre ciencia y religión; en la Revista Aragonesa de Teología con artículos como La fe de un físico, John Polkinghorne, o El pensamiento religioso de Darwin. Mi gran respeto.

Catedrático emérito. Universidad de Zaragoza