La carrera para suceder a Mariano Rajoy nos está regalando una radiografía muy fidedigna de cómo está el Partido Popular de verdad por dentro. Para empezar, hemos sabido que el PP no es la formación más grande de nuestro país, como ellos aseguraban, aludiendo al tamaño. Sus más de 800.000 militantes han resultado ser otra cosa, ya que la mayor parte no contribuían económicamente y no estaban al día con sus recibos. Al no cumplir con sus obligaciones se han quedado sin su derecho a votar. Son bastantes los dirigentes del PP, el partido ahora menguante, que se mofaron durante mucho tiempo de los afiliados del PSOE y de los inscritos de Podemos.

También hubo muchas bromas cuando estos pusieron en marcha procesos internos y democráticos de elección. Entonces, en el PP hablaron de peleas estilo Pimpinela, dijeron que era algo propio de las películas, que no permitía centrarse en los asuntos que realmente preocupan a los españoles y que era un fracaso. Ahora todos ellos observan con estupor o participan del coro de voces que piden dentro del PP más democracia interna y, por tanto, parecerse más a los que criticaron.

Para los populares, sus congresos (en los que se aupó a José María Aznar o a Rajoy) eran el sistema perfecto. Era el tiempo en el que la militancia no existía y solo había un candidato. Los compromisarios no tenían que pasar mucho tiempo pensando en su voto. Ahora el exministro José Manuel García-Margallo, vinculado al PP desde 1989, denomina a esos congresos «consejo de ayatolás». Ver para creer. Con tantos años de silencio hasta hoy. Ahora también Pablo Casado cuestiona el censo y hasta envía a Castilla-La Mancha (territorio de María Dolores de Cospedal) a su equipo para revisar las listas de inscritos.

El lienzo que sostiene estos días el cuadro de hiperrealismo en el PP deja ver además la cruda batalla siempre negada en público entre la exvicepresidenta y la exsecretaria general. Soraya Sáenz de Santamaría pone cara de póquer cada vez que le preguntan por algún tema orgánico y dice, sin pudor y sin ponerse colorada: «Yo no estaba allí». Ver para creer. Cospedal tira de carcajada para responder con cierta furia: «Sáenz de Santamaría lleva años en el comité ejecutivo». Ninguna de ellas se ha atrevido a aceptar el debate que han pedido otros candidatos. Para qué parecerse a las democracias anglosajonas, a los que llevan años practicando la democracia interna pudiendo ser lo de siempre. Quedan seis días para que sepamos qué dos candidatos pasan la primera criba en la sucesión de Rajoy.

PD: Alberto Núñez Feijóo sigue deshojando la margarita de su preferido o preferida. Y todos y todas van buscando su mirada para tener su bendición y su voto.H

*Periodista