Los titulares anunciaron ayer que Monrepós, el complicado puerto del prePirineo que es a la vez la puerta de acceso a la cordillera, ha sido domado. Varios túneles (uno de ellos de casi tres kilómetros) y viaductos reducirán sustancialmente el tiempo que se tardaba en cruzarlo. Es un tramo no demasiado largo pero sí lo suficientemente complicado como para exigir casi un cuarto de siglo de proyectos, obras, parones, fracasos y problemas de todo tipo.

El puerto de Monrepós es una pieza fundamental de un rompecabezas viario que poco a poco se va completando y que permitirá un acceso cada vez más fácil, cómodo y rápido al Alto Pirineo y a la frontera con Francia. Con Sabiñánigo y Jaca comunicados con Huesca, Zaragoza y Madrid por autovía y el eje Pamplona-Lérida dotado asimismo de la más alta capacidad, la oferta turística y de todo tipo que puede proponer nuestra montaña será más accesible y dispondrá de mejores condiciones para captar visitantes y consumidores del resto de España.

Es hora también de replantearse en qué condiciones puede ampliarse o reconducirse el desarrollo del Pirineo, un territorio donde las oportunidades son muchas, pero que requiere planificación, visión y respeto para lograr que los beneficios a corto plazo no traigan aparejada la destrucción de sus mejores recursos.