Es más fácil destruir que crear. Un bosque tarda siglos en llegar a la plenitud pero bastan unas pocas horas para que su belleza se queme. Un edificio que costó años en levantarse se derrumba en unos segundos con dinamita. Esto que nos dicta el sentido común es una de las leyes fundamentales de la física moderna, el segundo principio de la termodinámica: los sistemas tienden a la entropía, por el contrario, conseguir el orden requiere un gasto mayor de energía. Dicho de otra manera, el mundo tiende al caos, y no hay más que ver el telediario. Se puede aniquilar por completo la estructura de un país de 24 millones de habitantes en unas pocas semanas, levantar de sus ruinas una estructura que se asemeje a una democracia costará mucho tiempo. Más difícil todavía si es el pirómano quién debe sofocar el incendio. Hoy Nerón debe levantar Roma de sus cenizas. Hoy Calígula ha ratificado a su caballo en su cargo de secretario de defensa. O tal vez sea peor y el caballo se haya convertido en Emperador. El 2004 ha sido un gran año para la destrucción; ojalá que ni los malos augurios ni las leyes de la ciencia se cumplan y vengan 10 años de prosperidad. *Músico y gestor cultural