Durante algo más de una década, España se había acostumbrado a un descenso constante de la mortalidad en las carreteras, consecuencia de la suma de varias políticas impulsadas desde la DGT, desde las campañas de concienciación hasta las sanciones, pasando por la crucial implantación del carnet por puntos. Sin embargo, el año 2017 cerró con 1.200 muertos en 1.067 accidentes, la peor cifra de víctimas mortales desde el 2013, y un aumento del 3% desde el 2016 (39 muertos y 28 accidentes más). En el 2016 ya hubo 30 fallecidos más que en el 2015, así que por primera vez en dos décadas se ha dado un aumento en dos años consecutivos de las víctimas mortales. Son preocupantes las estadísticas. De ahí que la DGT haya puesto en marcha un nuevo proyecto de seguridad vial, que contempla medidas educativas (un nuevo examen para obtener el carné de conducir) con otras sancionadoras (más radares) junto a un plan contra conductores reincidentes en alcohol y drogas. A pesar de que llegan con retraso, cabe aplaudir las medidas que adopta la DGT, ya que cualquier esfuerzo encaminado a reducir las víctimas en las carreteras es más que bienvenido. Algunas de estas iniciativas obligarán a afrontar cambios legislativos. Después de años en que parecía que el descenso de mortalidad estaba asegurado, hay que volver a encender las luces de la atención social: 1.200 muertos son intolerables.