La situación de la economía municipal es la que es, y si nos atenemos a los informes elaborados por el departamento de Hacienda hace unos meses y al más reciente de la consultora Price Waterhouse concluiremos que urge solucionarla cuanto antes. Y ya no sólo hay que hacerlo por imperativo legal, sino por la propia credibilidad de la institución. Lo que no es de recibo es ir por el camino más sencillo pero más lesivo para el ciudadano: la subida de impuestos. Los tributos son necesarios para que los servicios públicos funcionen, pero cuando toca apretarse el cinturón lo mínimo es repartir los efectos. Juan Alberto Belloch debe diseñar una fórmula equitativa entre Administración y administrado para que los zaragozanos perciban que también el ayuntamiento restringe los gastos más superfluos o contrae la oferta de empleo público, siempre que no se lesionen las prestaciones más importantes. Hay que correr, pero no equivocarse.