A veces pienso que entre las élites (intelectuales, económicas) de nuestro país y la gente normal, lo que toda la vida ha sido el pueblo, hay una sima que cada día se hace más profunda. Ayer, el Banco de España alertaba de que las familias pobres viven por encima de sus posibilidades y, además, no ahorran. No me digan que no son geniales los pensadores del Banco de España. Las familias pobres en este país a duras penas viven, más bien sobreviven. Cuando ha desaparecido la seguridad de un empleo estable, cuando el que tienes no te da para llegar a fin de mes, cuando todo sube, sube y sube, menos los salarios y las prestaciones que te ofrece el Estado, ya solo sobrevivir es una heroicidad. Lo de ahorrar, en fin, ya ni lo comento. Esto que dicen en el Banco de España va en la línea de que el pobre no solo tiene que serlo, sino que además debe parecerlo. El pobre solo tiene derecho a vivir austeramente, sin alegrías. El pobre no es buena gente porque no se quita de comer para echarlo en la hucha de cerdito y tener unas monedillas para mañana. El pobre debe ser honrado, trabajador y, ahora, ahorrador, porque si no, no es un buen pobre. Y lo que pasa es que el pobre, a lo mejor, se ha hartado de vivir como un pobre y ha decidido que de perdidos, al río. Que si los bancos le dan crédito para endeudarse, y puede ir tirando de tarjetas, pues mira, los bancos sabrán. ¿Alguien puede culpar a los pobres (sean quienes sean los pobres hoy, según el Banco de España) de vivir al día, si nos han dicho que el futuro no existe? H

*Periodista