Solo Rumanía nos gana en pobreza infantil. Lo dice Cáritas, pero para el Gobierno como si el informe hubiera salido de la vietnamita del Comité Superrevolucionario Con Tal de Joder la Marrana. Hacerlo público el día que el ministro de las cuentas da por bueno que el déficit que le exige Europa solo se desvía una décima se lo tomó como si fuera una campaña contra el Estado de derecho. Hay que preparar una ley de seguridad de las estadísticas, si son negativas para los intereses propagandísticos del vuelo de la gaviota se acotará su publicación al Viernes Santo y al 15 de agosto, jornadas de tradicional reflexión política. Destinar fondos para combatir las carencias de la infancia no es posible porque a las autopistas chachi piruli con telarañas en los peajes hay que darles vidilla y a todo no se llega. Solo hay que fijarse en el sofocón que atenaza el Pignatelli. Casi tres años tijereteando las croquetas en los comedores escolares, cerrando plantas en los hospitales para ventilar y enseñando a sobrevivir con la cartilla de racionamiento para que el comprometido objetivo del 1,3% --santo y seña de todo lo anterior-- se ponga farute y salte los topes. Si los gastos ya se recortan, a lo mejor la culpa la tienen los ingresos. Mira por donde es la primera vez desde 1991 --según los técnicos de Hacienda-- que los ingresos en la lucha contra el fraude no superan los resultados del año anterior, aunque las grandes empresas y fortunas siguen siendo responsables del 72% del mismo. Pero unas cosas no tienen nada que ver con las otras. ¿Verdad? Periodista