Tomo café con mi amiga Carlota. Su opinión me resulta siempre muy valiosa porque me ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva. Carlota --independiente, liberal y muy leída-- me dice que le resulta imposible asimilar toda la información que se genera estos días. "Llego a angustiarme --agrega-- y siento la necesidad de desconectar. No te digo más que he vuelto a releer el Quijote". Le doy la razón. A veces resulta difícil digerir la vorágine informativa en la que estamos inmersos. Los atentados de Madrid provocaron una catarsis colectiva que ha tenido como consecuencia una victoria socialista inesperada por lo abultada, pero no por eso menos legítima, y a un PP que no acaba de asimilar la derrota --sirva de ejemplo las intervenciones de Acebes, el viernes en Almería--, ya que la achaca, equivocadamente, a influencias manipuladoras y mediáticas. Charlamos sobre el momento que está viviendo el país y coincidimos en que es consecuencia de una suma de factores interrelacionados: nuestra presencia en Irak, los atentados de Madrid y el desgaste de un Gobierno, cuyo presidente ha ejercido el poder, en su última etapa, con una prepotencia y, en ocasiones, desprecio dignos de análisis más profundo. Carlota me dice que un ministro, muy cercano a Aznar, ya advirtió de lo que podía ocurrir, pero... es verdad, lo hizo cuando se decidió el envío de tropas a Irak. Antes de despedirnos mi amiga insiste en su cansancio y pide que unos y otros empiecen a trabajar, porque, dice, tan importante como un gobierno estable es una oposición responsable". Gracias, Carlota.

*Periodista