A Podemos se le ha pasado el arroz del sorpasso. Por sus propias debilidades y errores... o quizás por la habilidad táctica (¿sentido de la oportunidad?, ¿oportunismo?) de Pedro Sánchez. Lo que ahora debe resolver es si se convierte en un referente ideológico y operativo para los jóvenes, las clases medias urbanas y lo que solemos llamar sectores populares, y estabiliza su posición ganando terreno poco a poco... o retrocede, en medio de luchas intestinas y estallidos de infantilismo izquierdista, hasta la irrelevancia de la que ya venían Izquierda Unida y otras marcas progresistas como Chunta.

De alguna forma, esa encrucijada se ha reflejado en las primarias de la formación morada en Aragón. La pugna entre la vencedora en las votaciones, Maru Díaz, y su oponente, Erika Sanz, marca las diferencias del bloque más proclive a intervenir en política de acuerdo con unos criterios lógicos (asumiendo la necesidad de ir a pactos poselectorales con el PSOE), con quienes creen que, al haber evolucionado la socialdemocracia hacia un conservadurismo total (y más la que representa Lambán), no pasaría nada si, por ejemplo, Beamonte acabase siendo presidente de Aragón. De momento, la primera opción ha ganado, aunque por muy poco, a la segúnda.

Andalucía va a marcar la pauta. Y eso que allí quienes manejan Podemos son los anticapis. Bueno... unos anticapis que en los últimos años han aprendido bastantes lecciones y ya no se tragan sin agua los clichés extremistas ni subliman su íntima frustración tirando los trastos al aire (que no estamos, camaradas, en la era de las revoluciones). A su vez, los podemistas aragoneses que ahora han ganado el siempre dudoso título de oficialistas también son aquellos que más provecho han sacado de sus experiencias institucionales. Díaz, Escartín o Barba (la joven pero inteligente presidenta de las Cortes) llegaron a los foros públicos como entusiastas párvulos. Han pasado por momentos duros. Pero ahora saben de qué va la cosa. Ojalá la odisea hubiese aprovechado por igual al resto de sus compañeros.