Zaragoza, lunes 18, 8.30 de la mañana, puente de la Almozara. Un ciudadano de orden conduce su vehículo. Lleva a su hija a la escuela para, acto seguido, dirigirse a su trabajo. Justo en hora y lugar mentados le dan el alto agentes de la Policía Local: póngase a la derecha, salga del coche, --con muy buenas aparentes maneras-- eso sí. ¿No sabe que está prohibido utilizar el móvil cuando se conduce?, dice un agente sacado de las mejores películas del género. El atemorizado, y afortunadamente templado conductor, le espeta una respuesta cargada de suerte, porque así era la realidad: no llevo móvil, señor agente, me lo he dejado en casa, si quiere, regístreme (la pobre chiquilla, atónita, llegando tarde al cole y su progenitor al trabajo). Zozobra del agente y respuesta del ciudadano: "Llame a la Policía Nacional, que efectúe el correspondiente registro y las actuaciones que estime oportunas". Y puro Esperando a Godot , absurdo al límite y confesión de parte, responde el agente: "No voy a registrarle el coche porque doy por buena su palabra". No había móvil en el vehículo y la compañía puede avalar que no se había utilizado. ¿por qué la intervención marras? ¿Falló la vista? ¿Ganas de incordiar a un probo conductor? Cualquiera de ustedes podría añadir muchas otras preguntas. Lo que sí va a misa es que en el Cuerpo Nacional de Policía están más que aburridos de recibir denuncias ciudadanas a propósito de determinados comportamientos de algunos agentes de la Policía Local. Alguien tendrá que responder, ya que como poco, se echa en falta profesionalidad.

*Profesor de la Universidad