Elemental. A los parlamentos se les denomina Poder Legislativo, porque allí se elaboran las leyes. Y puesto que esa tarea pone en juego diferentes enfoques ideológicos, valores éticos y criterios relativos a qué conviene y qué no, la supuesta separación de la política y la justicia no pasa de ser una ilusión extraída del principio de separación de poderes. Ahora bien, política y justicia bailan en la misma pista y a menudo se marcan impresionantes y evidentes agarraos. El Tribunal Constitucional español, por ejemplo, está ahora mismo bajo el control de una mayoría (muy) conservadora, capaz de refrendar, contra el criterio de la minoría progresista, que los colegios de un solo género sean concertados y pagados por la totalidad de los contribuyentes. En Aragón esta broma nos costará a todos unos cuantos millones de euros que será preciso pagarles a los dos centros del Opus (el de chicos y el de chicas) por no incluirlos en los convenios de la DGA (y cuidado, que quien negó entonces la financiación fue el Ejecutivo presidido por Rudi).

¿Atribuiría este mismo tribunal idéntico derecho a colegios que presentasen alguna excentricidad laica, colectivista, tribal o desaforadamente ideológica? Seguro que no.

La justicia no es una actividad neutra, apolítica y científica. Su objetivo es intepretar y aplicar las leyes. Y ahí cabe todo, sobre todo desde que el evidente retroceso democrático que se da en España ha propiciado una relectura dogmática de códigos y normas. Por eso en el resto de Europa no entienden algunas cosas que plantean nuestros tribunales y que propician la hiperpolitizada Fiscalía y el Ministerio del Interior a través de sus unidades policiales.

Entonces va, y llega un juez que dice, con sensata normalidad, que la supuesta coordinadora de los CDR catalanistas podría haber cometido, o no, algún delito contra el orden público, pero no el de terrorismo ni el de rebelión. Y el hiperespañolismo se mosquea, como cuando los jueces alemanes excarcelaron a Puigdemont. En todos los casos, claro que sí, la política está de por medio. Téngase en cuenta.