Iibsen sostuvo que un político no sabe nunca dónde irá a parar y si bien eso es bastante cierto, hay que añadir que un político de genio sabe en todo caso, dónde querría él acabar; cosa distinta es que lo consiga.

Alguien a quien no quiero descubrir, aseguraba que "bien mirado", el arte de la política consiste en entretener a mucha gente en asuntos que van a ser resueltos por pocos o interesar a la mayoría en cuestiones que no van a resolverse nunca o dentro de un siglo, como sucede con el Canfranc o la Gran Travesía Central del Pirineo.Los que no se van nunca de la política activa suelen ser, no digo siempre, los más tartufos.

La política siempre es defectuosa; cuando no es democrática, porque implica una apropiación indebida o indispensable del poder público quitándoselo al pueblo o recogiéndolo del arroyo y cuando es democrática, porque eso de participar, unos no lo pueden o no lo quieren hacer y otros no saben.

La política es de todos y para todos y se hace día tras día; vivimos hoy de lo que hicieron otros ayer, en parte bien y en parte mal, mientras que ahora vamos preparando la estancia de hijos y nietos.Es simple estolidez, que pudiéramos prescindir de raíz de lo que es nuestro pasado; lo llevamos a cuestas. La Casa Nacional o como la queramos llamar, siempre se está levantando, ampliando, echándose a perder o reconstruyéndose.

La democracia es cuestión de todos, en edad propicia para intervenir. Es un hecho que se reitera generación tras generación, que los que empiezan a "hacer política", crean ser los primeros en darse cuenta de los problemas pendientes. Hace muchos años, Felipe González y Alfonso Guerra asistieron en Roma a los funerales por Pietro Nenni y al regresar, Guerra declaró que le había impresionado ver que el común de los líderes europeos fueran de edad parecida a la que tendrá ahora..., Alfonso Guerra. Y ¿por qué no?

SIENDO PRECISA, no sólo deseable, la participación de la mayoría en los asuntos públicos a cualquier edad hábil, debe advertirse que esa participación no garantiza el éxito político, salvo en los días de elecciones. Entonces, ¿cómo se podría arreglar esa contribución de los más? Ninguna fórmula nos asegura el mejor modo de elegir o nombrar a los más idóneos. Podría ser útil que sólo ocuparan puestos políticos, las personas que acreditasen antes, el ejercicio de una profesión, alta o baja pero estable y a la que pudieran regresar sin temor a que el cese político les arruine o les embargue de nostalgia.

Recuerdo el caso de un senador constituyente con el que coincidí regresando de Madrid; acabábamos de aprobar la Constitución y me preguntó si consideraba probable que se disolvieran las Cortes; "es seguro", me atreví a contestarle. Y al notar su cara de consternación, cometí la indiscreción de preguntarle si eso le preocupaba mucho; "¡hombre!, claro que me preocupa, porque si disuelven en enero las Cortes, no sé de qué voy a vivir en adelante" y ya me dijo bastante para que comprendiera su drama.No tenía oficio.

Admitamos que en política, nunca hay soluciones perfectas, que todas presentan deficiencias, hasta las reglas éticas. Un líder que hace casi sus primeras armas desde la Secretaría General del principal partido de la oposición, relativamente joven y prometedor según sus correligionarios, acababa de sugerir que, a las mujeres que sean víctimas mortales de la violencia de género, se les haga un funeral de Estado; antes ya había propuesto "derogar el Concordato con Roma", cuando llevaba años sustituido por los Acuerdos de 3 de enero de 1979. Su última idea es asombrosa: sugiere suprimir el Ministerio de Defensa pero ¿podrá la osadía sustituir al conocimiento?

Aunque se cita a Grecia como la cuna de la democracia, allí sólo se ejerció una oligocracia; ciudadanos sólo eran los cabezas de familia que además, acreditasen un nivel patrimonial que la mayoría no alcanzaba.

La democracia es un camino a recorrer día tras día, durante la vida entera y en el que pese a algún traspiés, vamos asegurando la posibilidad de entendernos mejor, un poco mejor, cada vez. Mientras seamos tan imperfectos nosotros ¿cómo diablos podría ser perfecta nuestra democracia?