Si los aragoneses conociéramos mejor nuestra historia, tendríamos una potencialidad moral que elevaría nuestra autoestima como pueblo (nacionalidad histórica según nuestro estatuto). La autoestima siempre resulta útil para recorrer el camino hacia el futuro. Al menos, para aquellos que prefieren avanzar sacando pecho, en vez de hacerlo con la cabeza gacha. La historia y su patrimonio también ayudan en estos menesteres.

Si a una brillante historia, añadimos nuestra magnífica situación estratégica, nuestros abundantes recursos naturales, un tejido empresarial de lujo, un modelo de autogobierno centrado y una población sin aglomeraciones, concluiremos que el futuro de Aragón podría ser mejor de lo que algunos creen. Siempre que los aragoneses no nos conformemos con estar en la media en casi todo y nos esforcemos para estar en la cabeza en el ranking de las comunidades autónomas y de las regiones europeas.

La ubicación estratégica en una de las zonas más privilegiadas de Europa, nos obliga a seguir desarrollando la logística; a servir de plataforma de importantes empresas punteras; abrir los Pirineos por Aragón y potenciar el eje Cantábrico-Mediterráneo; la salida definitiva del Bajo Aragón al mar y mejorar la comunicación rodada entre Teruel y Madrid, por la autovía Monreal-Alcolea.

El agua, el sol, el viento, la nieve y la naturaleza en todas sus variedades, convierten a Aragón en fuente de energías limpias y en destino de miles de viajeros, debidamente ordenados. Además, en Aragón sobra sitio para regar, para instalar empresas sin afecciones ambientales, para construcciones que den cabida a muchas ideas. Si acertamos con la tecla de la ciencia y de las nuevas tecnologías, como quiera que se llamen hoy, estaremos en línea con las corrientes digitales que moverán el mundo.

Aragón siempre ha sido una tierra despoblada y diseminada en 731 municipios, de los cuales solo 24 tienen más de 5.000 habitantes, donde viven un millón de personas. El resto, 300.000, en 707 localidades. Solo el modelo comarcal nos salvará del devastador efecto de la despoblación

La riqueza de Aragón la crean los emprendedores, los trabajadores y los autónomos. La misión de los poderes públicos es ordenar las cosas, hacer las leyes y gastar el dinero público que genera la riqueza, vía impuestos, mejorando los servicios públicos esenciales como la sanidad, la educación o los servicios sociales. Esta es la única solución a la ecuación.

A mayor riqueza privada y mayor empleo, mejores servicios públicos. En el centro de la ecuación están los políticos y sus líderes, que deben hacer viable un resultado equilibrado. Sumar lo público y lo privado es la clave. Esta es la regla de oro de los países de nuestro entorno. Lo contrario es el caos y la ruina.

En términos políticos y administrativos, el futuro de Aragón depende en un 75% de las instituciones aragonesas y en un 25% del Gobierno de España. Sobre este porcentaje, Aragón debería hacer de intermediario efectivo, lo que supone tener más peso en España.

A los empresarios con ideas hay que facilitarles sus proyectos, desatascando la administración para evitar el desánimo de muchos emprendedores cuyo único deseo es aumentar la riqueza de Aragón, crear empleo y pagar impuestos. Es prioritario una organización más eficaz, rápida y, si fuera necesario, osada.

A grandes rasgos, sin detalles concretos que los lectores habrán echado de menos, este es el escenario sobre el que deben actuar los políticos. Mimbres hay para hacer país.

El problema es que, a nivel de comunidad, lo local es otra cuestión, andamos escasos de líderes. Me temo que debemos conformarnos con uno.

Políticamente hablando, el presidente Lambán está solo en un esfuerzo titánico. Nadie parece tener a su alrededor que le ayude a «moler gordo», imaginando objetivos o preparado estrategias. Nadie tiene que le haga una mínima sombra. Ocupa todo el espacio político. Habla de todo, ante los preocupantes silencios del resto.

Está seguro en la presidencia y nada ni nadie le amenaza. Actúa más como presidente de Aragón, que del gobierno. Por esta razón, a pesar de la crisis, su papel es cada vez más reconocido. Si mantiene el ritmo, es muy posible que obtenga buenos resultados en las próximas elecciones, que, legalmente, podría adelantar para no sufrir los inconvenientes del rebufo nacional socialista y sacar a Aragón del pelotón de los torpes, lo que supondría el primer paso para que «Aragón crezca en España».

Todo ello, a resultas de los vientos procedentes de Madrid que hinchen o desinflen las velas de los partidos nacionales en Aragón. Pero de los detalles de cada caso, hablaremos cuando llegue la ocasión.