La sombra de la reprobación del alcalde Pedro Santisteve planea sobre el Ayuntamiento de Zaragoza. Una acción parlamentaria de castigo al regidor --cuya incoación en la actualidad debaten los grupos políticos municipales--, que arrojará nuevas sombras sobre la ya sombría situación política que en el consistorio zaragozano se vive. Una encrucijada o desencuentro al que se ha llegado por diferentes vías, unidas todas ellas por la falta de acuerdo, consenso y diálogo. De quién sea la culpa, cada cual, como es natural, responde de manera distinta.

Hay que tener en cuenta, sin embargo, que una reprobación no es una moción de censura.

Porque, aún saliendo adelante, por mayoría, la tal reprobación del Pleno a Santisteve, este no tendría por qué dimitir de su cargo de regidor. Podría hacerlo, en todo caso, voluntariamente, si los argumentos de los concejales de la oposición le convencieran, pero lo más probable es que siga en su puesto, de la misma manera que otros políticos reprobados en el Parlamento español, los ministros Catalá o Montoro, sin ir más lejos, continúan con toda normalidad en sus respectivos ministerios, sin que casi nadie recuerde ya que fueron reprobados en Cortes plenarias.

La herramienta de la reprobación, por tanto, no soluciona el problema (suponiendo que Santisteve sea el problema), pero lo expone ante la opinión pública con una lupa que permite ver a los ciudadanos entresijos del ayuntamiento, y conocer más de cerca, en sus aciertos y errores, en sus opiniones y críticas, la figura de este alcalde atípico. Surgido de un movimiento popular, Podemos, catapultado al sillón de Alcaldía por una candidatura híbrida, Zaragoza en Común, con una ideología de izquierda radical que apenas, debido a la fuerte oposición de los restantes grupos, ha podido llevar a cabo proyectos señeros.

¿Por qué, si la reprobación solo lo será en un sentido estético y moral, no presentan los grupos una moción de censura contra Santisteve, que sí podría derribarlo? Porque en ese momento, Podemos presentaría a su vez una moción de censura en las Cortes de Aragón contra Javier Lambán, desencadenando tensiones desestabilizadoras en otras instituciones.

Desestimada la agresiva cirugía de la moción por el tratamiento más blando de una cura doméstica, al alcalde le bastará con el botiquín para que le den el alta.H