Dentro de la pléyade de escritores británicos que trabajan el thriller , o la novela de acción, ha terminado por abrirse un considerable hueco la variada y sugerente obra de Robert Harris. Autor de best-sellers como Patria , Enigma o El hijo de Stalin , prueba fortuna ahora con Pompeya , una intriga histórica que se lee con fluidez e interés.

Después de empaparse sobre cuanto sucedió aquel caluroso agosto del año 79 d.C., de estudiar la historia, los usos y costumbres de la época, así como algo más que unos cuantos rudimentos sobre la ciencia de la vulcanología, Robert Harris se ha animado a poner en pie las nueve ciudades que en el siglo I de nuestra era enjoyaban la hermosa bahía de Nápoles con su numerosa población, sus barcos de guerra (no en vano allí fondeaba la armada imperial), el lujo de sus villas o el fulgor de sus pesquerías de agua de mar.

Pero, al fondo de ese paisaje maravilloso, de Capri y Herculano, y de la dulce Pompeya, se yergue el Vesubio. Un testigo de excepción, Plinio El Viejo, almirante de la armada, toma notas sobre los primeros fenómenos que comienzan a perturbar la habitual climatología del verano napolitano. Harris lo dibuja con su reloj de agua, sentado en la proa de su embarcación, con un libro de Estrabón en sus rodillas. Precisamente había sido este geógrafo el primero en advertir que en la cumbre del Vesubio, hasta la que se podía ascender, más o menos penosamente, a pie, se disponía una extraña superficie de piedras quemadas, entre las que escapaban delgadas columnas de sulfurosos vapores. Por eso, cuando las primeras noticias de peces muertos en las piscinas de las pesquerías, las irregularidades en el caudal y la presión del acueducto Aqua Augusta o el calor que parecía filtrarse a través de las faldas de la montaña, sobre la linde de los bosques, configuraron un cuadro de elementos extraños, Plinio releyó a Estrabón y decidió permanecer atento a las manifestaciones del Vesubio.

Esa curiosidad, que al autor de la Historia Natural le costaría la vida, era compartida por otro de los protagonistas de esta novela trágica y coral: Marco Atilio Primo, un sagaz ingeniero que acaba de hacerse cargo del mantenimiento del acueducto Aqua Augusta. Su predecesor, el ingeniero Exomnio, ha desaparecido misteriosamente. En su búsqueda por las faldas del volcán, Atilio irá acumulando percepciones y datos sobre la inminencia de un fenómeno natural de carácter desconocido en esa parte de Italia: el recalentamiento de la tierra, el olor a azufre, su sabor ya contaminado en las fuentes, y, sobre todo, la estremecedora visión de la cumbre del Vesubio, con un paisaje infernal a punto de disgregarse en emisiones sulfúricas, lluvias de cenizas, arenas ardientes, magma, lava y lluvia de piedra pómez, acabarán por persuadirle de que se enfrenta a la mayor amenaza del momento... "Una amenaza mayor que la de cualquier ejército", sentenciará, estoicamente, Plinio, antes de que su nave quedara sepultada por la piedra pómez que iba a convertir el mar en un sólido páramo...

Muy entretenida.

*Escritor y periodista