El día 2 de abril de 1767 (es decir, hace 250 años) los jesuitas fueron expulsados de España. De madrugada y a la misma hora la fuerza pública entró en todos sus conventos y fueron trasladados a barcos que los llevarían a Italia. Asimismo, entre el 2 de julio de 1767 y el 22 de agosto de 1768 también fueron expulsados de las colonias españolas en América. El motivo oficial por el que el rey Carlos III tomó esa decisión, a propuesta de su ministro Campomanes, fue el hecho de haber propiciado el denominado Motín de Esquilache, en el que murieron cuarenta civiles bajo las balas de la guardia real. La causa aparente de ese levantamiento popular fue la aprobación de un decreto que prohibía el uso de la capa y del sombrero de ala ancha para evitar esconder armas y productos de contrabando. Como mencionan todos los historiadores, ese fue el motivo aparente, ya que la causa última fue el descontento que supuso una subida desmedida del precio del pan.

Suele haber unanimidad entre los expertos en que los motivos de esa expulsión fueron otros bien distintos. En cambio, no se ponen de acuerdo en cual pudo ser la causa fundamental. Entre esas causas, las más citadas son el apoyo decidido de los ministros ilustrados con mayor influencia en la corte de Carlos III en favor de los frailes jansenistas con el fin de rebajar el inmenso poder económico y político de la orden jesuítica, o el deseo de esos ministros de que fuera el estado quien mandara en las órdenes religiosas en lugar de estas en el Estado, que era lo que había sucedido hasta entonces, cosa que solo podía ser posible ilegalizando y expulsando a los jesuitas. Algunos investigadores citan también el malestar creado en la corte real por el apoyo que los responsables de las Misiones Jesuitas en el Rio de la Plata dieron a los indios guaraníes contra los desmanes de los caciques españoles.

Como suele ser habitual en los asuntos excesivamente complejos, en el caso de la ilegalización y expulsión de los jesuitas no hubo una causa única, sino un conjunto de hechos concatenados que colmaron el vaso, aunque es cierto que alguno de esos hechos es más decisivo que el resto. A pesar de que la mayoría de los historiadores conceden menor importancia al comportamiento de los jesuitas en las colonias españolas de América, mi interpretación personal es que la causa fundamental fue ese comportamiento. Esa creencia la mantengo no porque yo sea un experto en el tema, sino por lo que narra José Cardiel en La Relación de las misiones del Paraguay, un jesuita vasco que fue párroco en las más importantes reducciones del Paraguay y partícipe directo en algunas de las arriesgadas expediciones de los indios guaraníes contra las tropas reales portuguesas y españolas. Dicho jesuita escribió esas crónicas durante su exilio italiano tras el decreto de expulsión de Carlos III. Ese relato no se publicó hasta el año 1913 y, a pesar de su importancia, quedó absolutamente relegado hasta que Héctor Sáinz Ollero hizo una edición comentada en 2002 (editorial Dastin).

Aunque en el Tratado de Tordesillas, firmado por los reyes de Portugal y de España en el año 1494, quedaban bien claros los límites de la conquista de ambos países en el Sur de Brasil, las tropas portuguesas jamás los respetaron y los reyes españoles hicieron bien poco para exigir ese respeto, lo cual originó centenares de refriegas entre los indígenas y las tropas portuguesas, siempre con resultados muy desfavorables para los aborígenes. La correlación de fuerzas cambió radicalmente, según relata el jesuita Cardiel, gracias a que los responsables de las misiones jesuitas se saltaron la ley española que impedía usar armas de fuego a los indios. Y no solo les dejaron usarlas, sino que además ellos mismos les facilitaron el dinero necesario para comprar esas armas en mercados clandestinos y los entrenaron adecuadamente. Eso motivó que en el año 1644 los indígenas derrotaran fulminantemente a un ejército portugués integrado por 5.000 soldados. Y tras esa derrota llegaron muchas más. El efecto más directo de esa modificación en la correlación de fuerzas fue la firma del Tratado de Madrid en el año 1750, por el cual se hizo una delimitación mucho más clara de las zonas de influencia de ambos países y se especificaron las sanciones que recaerían en el país infractor.

Dado que ahora los indios se sentían más fuertes y más seguros, no aceptaron dicho tratado y ello trajo consigo una serie de batallas, conocidas como “la guerra guaranítica”, en las que los indios guaraníes se enfrentaron tanto contra las tropas portuguesas como contra las españolas, con la activa participación de algunos jefes de las misiones jesuitas, según el padre Cardiel. Esa guerra fue el germen de las luchas posteriores, que tuvieron como objetivo conseguir la independencia de las colonias americanas, cosa que sucedió unos años más tarde. Como dije al principio, las causas de la expulsión de los jesuitas de los principales países europeos fueron múltiples, pero no hay que ser muy sagaces ni muy expertos para inferir que el papel que los jesuitas tuvieron en la radicalización de los indios americanos contra las potencias colonizadoras europeas fue el motivo fundamental de esa expulsión. En Portugal se produjo el año 1758, en Francia en 1764 y en España el día 2 de abril de 1767. H*Catedrático jubilado, Universidad de Zaragoza