El 26-J Unidos Podemos (UP en adelante) ha sacado 1.089.760 votos menos que los que obtuvo Podemos e IU el 20-D (1,1 millones de votos en adelante) siendo ésta la causa por la que UP se ha estancado en su representación electoral y se ha alejado del objetivo que pretendía y que las encuestas pronosticaban de configurarse como la primera fuerza de la izquierda capaz de liderar un Gobierno del cambio. UP ha perdido 1,1 millones de votos, resintiéndose su voto además en las grandes ciudades que era su principal caladero, siendo superado por el PSOE en 566 municipios donde Podemos o IU habían sido mayoritarios el 20-D y entre ellos ciudades tan importantes como Zaragoza, Málaga, Murcia, Córdoba, Valladolid, Burgos o Granada, según nos explican Juan Luis Sánchez, Belén Picazo y Raúl Sánchez en “Seis gráficos para entender qué ha pasado con Unidos Podemos en el 26J” publicado en eldiario.es.

Es muy importante para UP explicar las razones de esta gran pérdida de votos, evaluar los factores externos e internos que lo han producido e introducir los cambios que sean precisos para reconducir esta situación en el futuro y recuperar ese electorado. Podemos ha encargado un estudio sociológico que explique esta desafección con criterios “científicos”. Los dirigentes de UP han hecho algún somero comentario, pero han diferido la explicación de los resultados electorales y la importante pérdida de votos de la coalición al conocimiento de ese estudio, manifestando inicialmente que desconocen las causas y, salvo honrosas excepciones autocríticas, la mayor parte de las voces se refieren a razones de carácter externo, fundamentalmente el miedo al cambio ante un Gobierno de UP.

Así funciona normalmente la naturaleza humana que tiende a hacer responsable de los errores y fracasos a un enemigo externo, real o ficticio, evitando la autocrítica que nos lleva a preguntarnos ¿Qué he hecho yo mal? ¿En qué medida han producido este mal resultado mis propias decisiones y actuaciones internas? Evidentemente hay razones de todo tipo, internas y externas, y aunque es totalmente imposible aventurar números exactos que expliquen dónde ha ido ese 1,1 millón de votos, sí podemos acercarnos a una explicación fundamentada que no creo que se aleje en exceso de lo que realmente sucedió en las Elecciones Generales celebradas el 26-J.

El miedo al cambio y la campaña del miedo

Creo sinceramente que el miedo, argumentado por Pablo Iglesias a la salida de la reunión que mantuvo UP el pasado 1 de julio según explica Iolanda Mármol en El Periódico, no es como dijo él la principal causa de la pérdida de votos. El argumento utilizado por Iglesias alude al miedo al cambio que representa UP si llega al Gobierno, explicando que muchos ciudadanos votaron a Podemos el 20-J para “darle un meneo” (palabras de Iglesias) a la política española pero no lo hicieron el 26-J cuando vieron serias posibilidades de que UP podía gobernar España. Creo sinceramente que éste es un argumento autocomplaciente para el interno de la dirección y militancia de UP, a la vez que infravalora e infantiliza a sus votantes.

Aceptar este argumento sin más supone infantilizar al electorado de Podemos y de IU, otorgarle la consideración de ciudadanía pusilánime que a la hora de la verdad, en el momento decisivo, se asusta de que UP llegue al Gobierno y le retira el voto que ya le dio el 20-D, depositándolo en otro partido (a saber en cuál) o yéndose a la abstención. Afortunadamente en la explicación de la fuga de votos no se ha utilizado por Pablo Iglesias el otro miedo, el derivado de “la campaña del miedo” realizada a lo largo de toda la campaña por PP y Ciudadanos y en menor medida, aunque también, por el PSOE y con ellos muchos medios de comunicación, calificando de extremistas, radicales y comunistas cuando no de bolivarianos a las candidaturas de UP con la intención de asustar a la ciudadanía.

Efectivamente, la campaña del miedo a UP y en su versión light el miedo a que UP llegue al Gobierno ha podido tener una cierta influencia en posibles votantes provenientes de opciones más moderadas de los llamados partidos tradicionales. Votantes que en otros momentos se han podido sentir atraídos por el impulso, la emoción y la energía que transmitía Podemos pero ahora han sido vulnerables a todo ese cúmulo de descalificaciones y exageraciones hacia UP orquestadas y amplificadas por los medios de comunicación de la caverna mediática y finalmente han desechando votar a UP. Pero de existir, es un porcentaje ínfimo el que se encuentra en el 1,1 millones de votos perdidos por UP desde el 20-D. Porque precisamente, el votante convencido de Podemos y de IU es un ciudadano que ansía el cambio, no tiene miedo al cambio y mucho menos participa de la campaña del miedo y de las descalificaciones hacia UP. La propia Carolina Bescansa, secretaria de Análisis Político y Social de Podemos contradice a Iglesias y niega que la “campaña del miedo” explique la desmovilización, según recoge el Huffington Post el mismo 1 de julio.

Lo peor que puede hacer UP en este momento es utilizar argumentos falaces para justificar la pérdida de votos y como he dicho, calificar de miedosos a una parte de los 1,1 millones de votantes de Podemos y de IU que no lo han hecho el 26-J es comenzar haciéndose trampas en el solitario.

El Brexit

Otro enemigo externo utilizado, aunque en menor medida, ha sido la desestabilización producida en los mercados europeos y por tanto en el español como consecuencia del Brexit cuyos resultados se conocieron dos días antes del 26-J. Al igual que el miedo, creo que el Brexit tampoco ha tenido consecuencias negativas en los 1,1 millones de votos perdidos. Sí la ha tenido para impedir que afluyeran nuevos votos provenientes de los partidos tradicionales y también consiguió movilizar el voto del electorado moderado y conservador hacia las opciones políticas que aparentemente le dan más sensación de estabilidad, fundamentalmente al PP y algo menos al PSOE. Pero su influencia, al igual que el miedo, fue mínima en los 1,1 millones de votos perdidos desde el 20-D por Unidos Podemos.

La coalición Podemos-IU

Ésta sí ha sido una de las razones fundamentales que han influido en la pérdida de un buen número de votos de esos 1,1 millones. Estos votos perdidos procedentes de los sectores más hooligans de Podemos y de IU se han ido mayoritariamente a la abstención aunque alguno ha podido recalar en el PSOE. Votaron militante, concienzuda y ardorosamente el 20-D pero, disconformes con la coalición, se quedaron en su casa el 26-J. Evidentemente es muy difícil, quizás imposible, saber cuántos son estos votantes, pero con toda seguridad estamos hablando de varios cientos de miles. Los desencuentros previos al 20-D entre Podemos e IU habían sido suficientemente virulentos para que las heridas se restañasen en tan corto espacio temporal. Por otra parte, cuando se formalizó la coalición en vísperas de configurar las listas electorales, no pudo evitarse transmitir a la ciudadanía una imagen instrumental. Es decir, una confluencia forzada por las circunstancias que exigían a Podemos recuperar parte del voto que se le estaba yendo por una deficiente gestión de los debates parlamentarios en la fallida investidura de Pedro Sánchez y el intento de IU por rentabilizar en escaños los 900.000 votos que tuvo el 20-D y que sólo le dieron dos diputados. La ciudadanía percibió que por encima de intereses altruistas y de coincidencias ideológicas que llevaban a la confluencia, predominaba el interés material, lo que por otra parte también fue utilizado como elemento de crítica por los adversarios políticos.

Los hooligans de IU no aceptaron el pacto con Podemos ni algunas de sus candidaturas oponiéndose públicamente a ellas en alguna provincia, siendo paradigmática la oposición a la candidatura en Almería encabezada por el ex Jemad Julio Rodríguez, lo que por otra parte ya había sido alentado por la imprudente llamada subliminal a la abstención realizada por el hasta entonces Coordinador General de IU, Cayo Lara, en su despedida ante los delegados a la XI Asamblea Federal de IU o la oposición inicial a la coalición realizada por Gaspar Llamazares, también ex Coordinador General de IU.

Los hooligans de Podemos por su parte vieron con malos ojos la incorporación de la izquierda tradicional a unas listas que pretendían transmitir una imagen de transversalidad. La gota que les colmó el vaso contra IU y que contribuyó a generar aún más dificultades fue la resurrección y puesta en escena de Anguita y el abrazo lacrimógeno de Córdoba en el que el califa pronunció un nuevo dogma, falso como casi todos los anteriores, de que se estaban viviendo unos momentos políticos tan ilusionantes como los de 1977.

Lo cierto es que la coalición Podemos-IU, aunque fue refrendada por amplias mayorías de sus respectivas militancias en las consultas realizadas al efecto, no fue pacífica y unánimemente aceptada por los votantes de Podemos e IU lo que hizo que varios cientos de miles de votos de esos 1,1 millones se refugiaran en la abstención y unos poquitos se fueran al PSOE. Por cierto, Córdoba es una de las ciudades donde el 26-J se ha producido el sorpasso del PSOE a UP.

No ayudó para minimizar los efectos anteriores un diseño de campaña electoral en la que salvo en media docena de actos importantes, el resto se desarrollaron en paralelo por las militancias de Podemos y de IU haciendo bueno aquel dicho popular de que “vamos juntos pero no revueltos”. Quizás no quitó muchos votos, pero no ayudó.

De gran interés para fundamentar este análisis es el estudio de Ignacio Sánchez Cuenca, “La caída de Podemos y el efecto IU” publicado en infoLibre en el que se cuantifica la mayor pérdida de votos hacia UP en aquellas circunscripciones en las que tuvo una especial relevancia el voto a IU en anteriores citas electorales. También es de lectura obligada para justificar la tesis de que no ha funcionado la coalición Podemos-IU el artículo ¿Qué ha pasado con Unidos Podemos? de Ignacio Jurado y Lluís Orriols publicado en Piedras de Papel de eldiario.es en el que explica la hostilidad de muchos votantes de IU hacia Podemos además de la desmovilización de los votantes de Podemos.

Dicho esto, también cabe afirmar con Javier Valenzuela en su artículo “Las mentiras de los encuestados, las derivas del PSOE y las prisas de Podemos” publicado en El ventano, que si Podemos e IU hubiesen ido a las elecciones por separado, quizás hubiesen sacado algún voto más pero a la vista del comportamiento electoral del 26-J hubieran obtenido menos escaños como consecuencia de nuestra ley electoral.

El bajo perfil de la campaña electoral de UP

Quienes argumentan esto quieren hacernos creer que la campaña electoral debería haber tenido un tono más reivindicativo, más exigente y sobre todo marcando mucho más las diferencias con el PSOE, concluyendo que ese perfil bajo con el que se pretendía dar una imagen de opción de Gobierno que no asustase a nadie, ha restado votos a UP. Adviértase aquí la contradicción con el argumento del miedo que suelen esgrimir simultáneamente los mismos que proclaman la necesidad de que la campaña tuviese un mayor énfasis y radicalidad. Seamos serios, una cosa o la otra: o bajo perfil para no generar miedo y atraer votos o alto perfil aunque se genere más miedo; las dos a la vez no eran posibles.

Se optó por un modelo de campaña que no chirriase ni generase estridencias. Yo creo que se acertó y que no supuso una pérdida significativa de votos, aunque ciertamente tampoco atrajo más votos centrados de los partidos tradicionales. Es posible que algunos votos de los 1,1 millones se perdieran por ahí de aquellos sectores ubicados en la izquierda anticapitalista de Podemos o en la izquierda comunista de IU, pero en todo caso estoy convencido de que habrán sido muy pocos miles.

Otros varios miles de votos se perdieron en las paradojas ideológicas y en la ausencia de potentes actos electorales.

Defino como paradojas ideológicas los vaivenes semánticos en torno a dos términos utilizados indistintamente a lo largo de la campaña: socialdemócratas y comunistas, con la intención de atraer voto socialista en el primer caso y de que no se fuera el voto comunista en el segundo. Estas paradojas ideológicas son atribuibles fundamentalmente a Pablo Iglesias y estoy convencido de que no consiguió el objetivo propuesto y además generó graves controversias entre el propio electorado de Podemos y de IU y rifirrafes con el PSOE, perdiéndose por el camino varios miles de votos.

Por otra parte, fue un error no realizar grandes actos electorales en todas y cada una de las grandes capitales de provincia españolas, por ejemplo Zaragoza, con la asistencia de los primeros espadas, al igual que se hizo en las elecciones del 20-D. Los grandes actos movilizan el voto porque generan un gran activismo militante para llenar los espacios electorales en los que se celebran, a la vez que suscitan un gran despliegue mediático. El acto zaragozano de Podemos en el Parque de Macanaz fue poco más que un encuentro de varios centenares de amigos, militantes y simpatizantes. Si eso mismo se hizo en otras grandes ciudades españolas, por ahí también se perdieron varios miles de votos.

Los conflictos internos

Los conflictos internos de Podemos y de IU en Madrid, o de Podemos en Las Palmas, así como el cese fulminante del secretario de organización de Podemos, Sergio Pascual, fueron muy negativos y en ellos cabe encontrar también una buena fuga de votos respecto de diciembre, porque no hay arma más letal contra una organización humana sometida a referendo electoral que las divisiones internas.

Y si esas divisiones internas se zanjan con actuaciones de corte estalinista como fue el cese fulminante de Pascual en la Secretaría de Organización de Podemos o como fue el golpe de mano en la organización madrileña de IU previa al 20-D pero cuyas réplicas como las de un movimiento sísmico se siguen produciendo, los efectos son extraordinariamente negativos. Tomen nota de que ahí se encuentran también muchos votos fugados del 20-D tanto en IU como en Podemos. Y en este caso presiento que algunos votos han podido irse al PSOE aunque la mayoría también han engrosado la abstención.

Las broncas parlamentarias

En los debates parlamentarios protagonizados por Pablo Iglesias en la investidura fallida de Pedro Sánchez encontramos también muchos miles de votos perdidos por Podemos tras el 20-D. El tono agresivo empleado para descalificar el pacto PSOE-C’s fue bastante negativo y las alusiones a la “naranja mecánica” descalificando a C’s y al uso de la “cal viva” recordando historias para no dormir del PSOE, fueron letales, porque consiguieron que se descolgasen para siguientes convocatorias electorales muchos votantes poco ideologizados de Podemos, en los que se había generado ilusión por un cambio en “otra forma de hacer política”, en la que predominasen los valores del diálogo y del respeto que no pueden conseguirse sin moderación y buenas formas parlamentarias.

Pablo Iglesias no estuvo acertado en ese lenguaje bronco, como tampoco lo estuvo en la trivialización de determinados hechos concretos como el que se dio en llamar el “pacto del beso” o el ofrecimiento de su despacho a una conocida parlamentaria del PP y a otro de Podemos para el posible ejercicio de prácticas amatorias.

En aquellos debates parlamentarios Podemos perdió bastantes miles de votos.

Las negociaciones para formar Gobierno

Nunca se produjeron y ahí se encuentra también un buen nicho de votos perdidos de los que Podemos obtuvo el 20-D. La “nueva política” preconizada por Podemos, conlleva muchas cosas además de la transparencia y la participación en la toma de decisiones, pero una fundamental: acabar con el bipartidismo y abrir un nuevo período en el que nadie va a tener mayoría absoluta y en el que por tanto van a ser necesarios acuerdos entre varias fuerzas políticas. La “nueva política” significa además una apuesta por “la gente”, priorizando las necesidades de la gente a los posicionamientos ideológicos partidistas, lo que implica ceder posiciones ideológicas unos y otros para llegar al acuerdo.

Nada de esto se hizo. Más bien al contrario, Podemos cometió la torpeza de ofrecer la Presidencia a Pedro Sánchez reservándose la Vicepresidencia y repartiendo otros Ministerios sin haberlo consultado previamente con Sánchez y con el PSOE, lo que se interpretó como un insulto por parte del PSOE. Y el PSOE cometió la torpeza de negociar y firmar a bombo y platillo un pacto de gobierno con Ciudadanos olvidándose conscientemente, quizás por la presión de determinados “barones” socialistas, de que necesitaba a Podemos para que ese acuerdo prosperase. Por otra parte, ambos pusieron sobre la mesa excesivas líneas rojas que actuaron como si fueran trincheras desde las que protegerse y disparar al adversario impidiendo cualquier negociación. La comparación entre las líneas rojas y las trincheras me la ha sugerido el mensaje esperanzado de mi compañero y amigo Carmelo Marcén quien en su artículo “Sociedad con nombre gastado” publicado en Heraldo de Aragón y en su blog Eco’s de Celtiberia apuesta porque los ciudadanos críticos de esta sociedad gastada aún aspiren “…a limitar esas líneas rojas que al cavar tales trincheras han deteriorado tanto a muchos españoles.”

Las negociaciones para formar Gobierno o más bien la ausencia de las mismas abocándonos a una segunda vuelta, fueron un gran fiasco, un enorme despropósito tanto por parte de Podemos como por parte del PSOE y Ciudadanos, lo que les ha pasado una gran factura electoral el 26-J. Sin duda, varios cientos de miles de votos de esos 1,1 millones de UP perdidos están ahí, seguramente en la abstención.

La personalidad de Pablo Iglesias

¿Cuál es el verdadero Pablo Iglesias, el líder bronco de los debates parlamentarios y de determinadas ruedas de prensa o el líder templado y ecuánime que hemos conocido en la última campaña electoral del 26-J?

Esta pregunta está en la boca de muchos votantes de UP y no me equivoco al afirmar que esa bipolaridad en el discurso de Pablo Iglesias es la causa también de la desafección de muchos miles de votantes que huyen de la bronca, de las salidas de tono, de la trivialidad en algunas ocasiones o de actitudes egocéntricas y narcisistas que durante un tiempo prodigó en exceso.

Bienvenido el Pablo Iglesias de la última campaña electoral porque ése sí que proyecta la imagen de un líder con la templanza, ecuanimidad y capacidad de gobierno que se le supone al Secretario General de una organización y candidato a la Presidencia del Gobierno.

Hasta aquí mis razones de carácter general. Responden a mi criterio político aunque como es lógico también se fundamentan en la lectura y reflexión de múltiples opiniones al respecto. Resulta interesante para profundizar en esta reflexión apoyarse en otros comentarios bien fundamentados entre los que destaco los siguientes:

  • “Por qué fracasó el sorpasso” publicado por Ignacio Escolar en eldiario.es.
  • “Ha ganado el miedo” publicado por Javier Gallego en su blog Lo llevamos crudo.
  • “No, los votantes del PP no son idiotas” publicado por Iker Armentia en El ventano.
  • “¿El miedo dice usted? ¡Anda ya!” publicado por José Luis López Bulla en su blog Metiendo bulla.
  • Rabia y miedo” publicado por Lola Ester en El Periódico de Aragón.

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Asuntos locales

A todas las razones anteriores cabe añadir otras de carácter más local. En Aragón, la ausencia de CHA en la coalición UP ha sido un elemento más en la resta de votos producida, lo que ha impedido el segundo diputado por Zaragoza y el primero por Teruel, ambos en detrimento del PP.

CHA no se presentó a estas elecciones. Ellos dicen que se les ninguneó en la negociación para formar parte de la coalición y algo de verdad puede haber en esta afirmación. Otros dicen que CHA no podía enfadar al PSOE aragonés, socio de Gobierno en la DGA, formando parte de la coalición UP en Aragón y seguro que también hay parte de razón en esta afirmación. Sea como fuere, parece bastante demostrado que una parte del voto de CHA fue al PSOE y otra parte, quizás la mayor, se quedó en la abstención.

Pero de los 43.000 votos perdidos en Aragón, nada menos que 25.000 son los que se le han escapado a UP en Zaragoza capital. Una barbaridad en la que a las razones anteriores hay que sumar la controvertida gestión municipal de ZeC, su incapacidad manifiesta para llegar a acuerdos con el resto de grupos municipales y la deficiente gestión de determinados asuntos como ha sido, sobre todo, el larguísimo conflicto del bus urbano. La presencia cerrando la lista de UP por Zaragoza del Alcalde y de la Vicealcaldesa de ZeC, tuvo una lectura negativa para muchos zaragozanos que posiblemente declinaron apoyar la lista de Unidos Podemos por esta razón.

Conclusiones

Hasta aquí mis razones de la pérdida de voto de Unidos Podemos. Algunas son de carácter externo, pero la mayoría tienen una naturaleza interna, responden a la pregunta ¿qué he hecho yo mal? Y mal iremos si de manera autocomplaciente obviamos éstas y enfatizamos aquellas.

No fue posible alcanzar un acuerdo para un Gobierno progresista el 20-D, la intransigencia de unos y otros, unida a las múltiples presiones que sin duda recibieron unos más que otros de Europa y de los poderes fácticos, lo impidieron. Visto con perspectiva, esa intransigencia ha supuesto cinco diputados menos para el PSOE, 1,1 millones de votos menos para Unidos Podemos que mantiene la representación que sumaba Podemos más IU y ocho diputados menos para C’s. Por el contrario, sin hacer nada, el PP ha aumentado su representación en 14 diputados.

Todo parece indicar que el PP se va a emplear a fondo para alcanzar un Gobierno presidido por Mariano Rajoy, siendo bastante probable que lo consiga mediante alguna fórmula parlamentaria. En todo caso, si no lo consigue estaría bien, sería necesario y por fin se transmitiría a la ciudadanía el mensaje de que las fuerzas políticas progresistas son capaces de dialogar, que con alguna otra fórmula, también posible, se alcanzara un acuerdo de gobierno progresista que impida la continuidad en el Gobierno de España del partido político autor de los mayores recortes que se han producido nunca en el Estado del bienestar y con el que la corrupción ha alcanzado también los mayores niveles. Serviría también para restablecer la confianza entre la política y los políticos que mucho me temo que ha salido bastante dañada tras esta segunda cita con las urnas.

Cada vez somos más las personas y las organizaciones que demandan la configuración de este Gobierno alternativo al PP. Yo mismo lo he hecho en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN y en mi blog con mi artículo “Tercera vuelta ¡no!, pero también hemos conocido propuestas en este sentido de Espacio Abierto en su Resolución “La necesidad de cambio es preferible y posible” ampliamente recogida por diversos medios de comunicación, de Héctor Maravall en el artículo publicado en su blog “Tras las elecciones, intentar un gobierno progesista”, de Antón Losada en su artículo “Hay que sumar 176” publicado en Zona Crítica de eldiario.es, de Isabel García en su artículo “Crecen las voces de la izquierda que abogan por un acuerdo PSOE-Podemos-Ciudadanos” publicado en nuevatribuna.es. Y me consta que somos muchos más los que apostamos por ello.

Si no se consigue, nueva frustración y posiblemente un mayor retroceso de la izquierda en un futuro.

En todo caso, Tercera vuelta ¡no!