Por qué gozaba de permiso carcelario un convicto, violador reincidente que ya había quebrantado gravemente diez años antes los beneficios del segundo grado penitenciario? ¿Por qué razón un reincidente y manifiesto psicópata andaba suelto por la calle? ¿Por qué nadie le impidió, como parece de razón en una sociedad bien organizada, abusar entonces y ahora de la libertad que le concedieron psicólogos, carceleros y jueces? ¿Por qué no existe en España una auténtica política de ejecución de penas?

¿Por qué el sistema no distingue entre convictos reformables y delincuentes por convicción --como los terroristas-- y de conducta claramente psicótica? ¿Por qué pueden gozar en España del tercer grado penitenciario violadores, asesinos en serie, pedófilos, maltratadores y pistoleros no arrepentidos? ¿Por qué nunca falta una voz que, contra todo sentido común, anteponga a ultranza los derechos constitucionales de los criminales al derecho que tiene la sociedad a vivir en completa seguridad?

¿Y por qué no consta en la biografía oficial de la actual responsable de Instituciones Penitenciarias su prolongada y bien documentada militancia en el Movimiento Comunista de España, partido que nació de una escisión de ETA y de varios grupúsculos radicales? ¿Por qué entrega el Gobierno socialista un mecanismo esencial de la seguridad ciudadana a una antigua dirigente de la extrema izquierda? Ante sus inquietantes actuaciones ¿considera el ministro Alonso que este es un dato irrelevante?

*Periodista