El gran Julio Cortázar tituló uno de sus cuentos Queremos tanto a Glenda Jackson, y por alguna clase de asociación al ponerme a escribir sobre Marta Robles me ha venido a la memoria, a fin de parafraesarlo. Entre Glenda Jackson y Marta hay tantas similitudes como entre Cortázar y yo (salvando en este último caso las debidas distancias) pero el hecho es que el escritor argentino sentía hacia la actriz inglesa la misma debilidad que muchos tenemos por la escritora española.

Quien ahora vuelve a situarse en el plano de la actualidad por la muy reciente entrega de su última novela, de corte policíaco: La mala suerte (Espasa).

En la que el detective Tony Roures, el héroe en el que la autora ha encarnado un cierto ideal detectivesco, pero dándole una vuelta de tuerca al arquetipo, torna a protagonizar una aventura llena de riesgos y misterios.

Viajará esta vez Roures a la isla de Mallorca, a un paraje conocido como Costa de los Pinos en el que residen o veranean familias de fama, dinero y poder.

En el seno de una de ellas --y hasta ahí se puede leer--, una de las hijas, adolescente, ha desaparecido al regresar a casa de madrugada. La Policía la buscará infructuosamente, de ahí el necesario concurso de un investigador privado. Cuyo olfato abrirá el caso a nuevos sospechosos y móviles, desplegando ante el lector un abanico de intereses cuyo valor, astucia y mezquindad los situarán en la frontera del delito y el crimen.

El ritmo de thriller, con un lenguaje moderno y ágil, y al mismo tiempo literariamente cuidado, invita a una lectura casi ansiosa, pues el destino de la chica desaparecida --tan real, por desgracia-- se apodera en el acto de la sensibilidad del lector/a, haciéndole partícipe del incierto resultado de la investigación.

La apuesta de Marta Robles por el género negro ha venido a enriquecer el ya variado panorama de la moderna novela negra española, una de las de mayor calidad. Bajo su firma, su respeto al canon clásico viene renovado por aportaciones sólidas en los apartados de la documentación, personajes secundarios, brillantes diálogos y originalidad de tramas pegadas a la realidad, entre otros muchos méritos de La mala suerte.