¡Ay!, lo que cambian las escalas de valores de un temporal a otro. Que sin ese instrumentillo del Paleolítico no podías sacar el buga del garaje. ¿Y quién tiene una pala en Madrid? Quizá algún jardinero municipal, dos o tres mafiosos de palo y poco más. ¡Quién tuviera un asesino a sueldo de vecino para que te limpiara gentilmente la acera! Y qué calamidad no haberlo pensado antes en tu última visita a la hipermegaferretería.

En el pueblo todo el mundo tiene una. La nieve solo es el primer capítulo en la hoja de instrucciones de este objeto necesario para el huerto, sacar tierra o mugre, hacer agujeros en alguna obra o enterramiento legal. Es una de esas intrascendencias que de repente entran en tu rutina como integrante neófito del paisaje rural.

Apunten, porque no es el único cacharro que es de primera necesidad por aquí. Así que para la próxima borrasca, pedrisco, alunizaje ovni o masacre zombie vayan recopilando. Lo primero de todo es hacerse con una desbrozadora. Básico. Que las amapolas crecen que no veas. Sirve también para abrir caminos y romper los cristales con las piedrecitas que salen disparadas. La careta es esencial para no ser pirata tuerto. Es un cortacésped de mano. Te sientes como el rey Arturo contra los hierbajos.

El motocultor. Si te dejan conducirlo es que ya estás más que integrado. Abre más zanjas que un alcalde de ciudad en verano. Más peligroso que un político con una vacuna. Deja la tierra fina para que te crezca la zanahoria.

La motosierra. Además de cortarte los dedos sirve para hacer de leñador de verdad y no solo parecerlo por la pinta hipster. Los troncos no es solo de vascos. Es esencial si no quieres pasar frío en invierno y tienes estufa de leña. No contamina, pero cansa.

La furgoneta. Para meter dentro de todo. Desde un perro grande a uno mismo, que quizá no hay tanta diferencia. Si la customizas en Camper Lab pues mejor. Al final se mete por cualquier camino. Otra cosa es que salgas.

Y la lista es un no acabar. Los plásticos multiusos, la azada, la tijera podadora extensible, un hacha, un congelador grandísimo para lo que nace en verano y se come en invierno, una leñera, un gato que coma ratones, unos ratones que no se dejen comer, una compostera, tarros, una cazuela para un regimiento, una gaita de boto o un trabuco si vas a Graus, cuchillos para San Martín, una pinza para cuando sueltan el purín… Repasen si alguno de estos lo necesitan para la próxima aventura en la ciudad. ¡Compren, compren! Y si creen que me quedo corto, pues para algo están los comentarios.