La reunión anual de quienes piden otra mundialización se celebra este año en Bombay. La ciudad india toma el relevo a las tres ediciones ya celebradas en Porto Alegre (Brasil), donde nació el formidable movimiento de respuesta a las cumbres de los dirigentes de países ricos y multinacionales que desde hace décadas se reúnen también por estas fechas en Davos (Suiza). La elección de Bombay hay que entenderla en todo su contexto: la India es la mayor democracia del mundo, pugna por la hegemonía política en Asia y está sumida en la inmensa contradicción de ser una potencia nuclear cuando en paralelo alberga a millones de indigentes.

No se esperan muchas aportaciones del Foro Social Mundial de Bombay. Quienes participan en los debates advierten de cierto cansancio en este tipo de movilizaciones y de sus escasos efectos prácticos, como ya sucedió en la cumbre mundial del comercio celebrada en Cancún en septiembre del 2003. Es sintomático que en cuanto estas cumbres han salido de Europa y América haya decaído el interés mediático por ellas. Hay que evitar este fenómeno. Para que otro mundo sea posible no será suficiente con la visión y las aportaciones que se efectúen desde Occidente.