Que el servicio de autobús se está colapsando en la ciudad de Zaragoza es algo que se hace evidente cada día que pasa. Los vehículos del transporte colectivo se llenan en las horas punta y además sus recorridos quedan sujetos al albur de atascos y problemas circulatorios. Parece no sólo razonable sino imprescindible que el Ayuntamiento disponga un plan para potenciar este servicio, que debería ser la forma básica y generalizada de desplazarse por la capital.

Si el bus ha de ganar movilidad, rapidez y con ello mejores frecuencias, el coche privado debe ser sometido a mayores restricciones que disuadan de su uso. El objetivo estratégico de la movilidad en Zaragoza ha de homologarse al de otras ciudades españolas y europeas de similar o mayor tamaño, que desde hace tiempo han organizado la circulación rodada de tal forma que los automóviles permanezcan mayoritariamente en los garajes y cedan el sitio (carriles especiales, paradas diáfanas, rutas despejadas) a los servicios de transporte público. Esta es la única alternativa porque, mientras se ponen a punto nuevas alternativas como el tantas veces citado metro, el autobús sigue siendo el mejor medio para desplazarse a lo largo y lo ancho de una ciudad que crece sin parar.