Con la crisis de la fruta en pleno apogeo (excusa ideal para atribuirle el repunte del paro), la ministra del ramo, Isabel García Tejerina, no supo resistir la ocurrencia de comerse en directo un melocotón --sin ganas, a deshora-- como imagen propagandística para impulsar su consumo ahora que sobra y antes de que se pudra. La verdadera campaña estaba en el centro de Madrid, donde los agricultores la repartían gratis, con colas interminables para hacerse con una bolsa. Los ministros no escarmientan. Se creen carne de imitación, como si siguiéramos las consignas de la España de los Sesenta, con Fraga bañándose en Palomares sin que el Meyba destelleara en fosforito por el escape de plutonio de las bombas norteamericanas. Cañete también se recorrió el país hace casi dos décadas engullendo ternera ante los focos para convencernos de que las vacas locas eran cosas de la pérfida Albión; que aquí, el chuletón de la abundancia solo dejaba rastro en los análisis de colesterol. Si quieren que la audiencia les preste atención, atiendan. Se coge a la ministra de Desempleo, se la dota de un sueldazo, pongamos del salario mínimo (645 euros) y se la deja unos meses a su libre albedrío, a ver cómo resuelve. Por si no lo sabe, semejantes ingresos no le dan derecho a becas para el comedor escolar. El programa se podría llamar Predicar con el ejemplo. Naturalmente lo filmaría La 1 y daría un resumen de las tribulaciones con el monedero cada noche. El índice de audiencia estaría asegurado... y la regeneración, en camino. Periodista