Escuchar ayer al presidente del PP aragonés, Luis María Beamonte, decir en las Cortes que el proyecto de presupuestos del Gobierno de Sánchez está «manchado de sangre y de golpismo» pone los pelos de punta. Ahora más que nunca hay que pedir a los políticos que moderen su lenguaje, que no sean incendiarios. Esa frase es innecesaria. Lo que ha hecho Sánchez con el relator es una torpeza, hasta lo dicen los socialistas, pero no se puede reaccionar con tanta carga bélica. Los excesos son malos en todo. Si los ánimos se calientan en el Parlamento, la calle puede ser un desenfreno.