Es muy loable que el presidente del Gobierno de Aragón, Marcelino Iglesias, pida diálogo y busque un consenso hidráulico y más después de las expectativas que se abrieron tras la derogación del trasvase del Ebro. Pero ahora que estamos a las puertas de un nuevo curso político es el momento de intentar no enredar políticamente más con el agua y evitar que sea el único tema de la comunidad. Aragón necesita de un proyecto ilusionante con el que sensibilizar otra vez a los ciudadanos. Después de cinco años de Gobierno PSOE-PAR habría que reclamar algo más de imaginación. Porque Pla-Za ya es una realidad --que naturalmente hay que alimentar día a día-- y es obvio que los colegios deben funcionar y los problemas médicos hay que solucionarlos. Ese debería ser el reto para el curso político que empieza, sin olvidar --pero sin ser monotema -- que la solución a nuestros problemas de agua requiere, efectivamente, de diálogo y consenso.