V isito la Aljafería de una manera completamente distinta a lo que lo había hecho. Con el móvil en posición de cámara fotográfica, cargado con una nueva aplicación (Efe exposiciones) y atento a los vinilos o marcas distribuidos por los suelos del monumento, desde El Aljibe hasta los salones reales. Antes de partir a esta nueva ruta he escuchado con atención las indicaciones de Josep Vila y Ángel Alonso, responsables de la agencia Efe. Su propuesta, que obedece a una idea muy ingeniosa y práctica a la vez es fascinante.

A los primeros pasos, los muros de la Aljafería comienzan a iluminarse en mi móvil con fotografías históricas de su pasado. De la propia restauración del edificio, para empezar, trabajos de los que se cumplen ahora 20 años (por 35 de la actividad de la cámara autonómica), y cuya memoria gráfica nos permite ver en qué lamentable estado se encontraban los capiteles, el mihrab, el Salón del Trono o la Torre del Trovador.

Pero la exposición de Efe no es solo arquitectónica y artística. La integran fotos de momentos institucionales y políticos estrechamente relacionados con nuestra memoria reciente. Pequeños textos orientativos a modo de pies contribuyen a la comprensión de las imágenes. Algunas brillantes, como la composición de las primeras Cortes de Aragón, con los políticos de entonces, hasta el tristemente famoso gomarcazo, con aquel tránsfuga, Emilio Gomáriz, trastocando el parlamentarismo en birlibirloque.

Gracias a las cámaras de extraordinarios fotógrafos como Javier Cebollada, Javier Belver y otros recordamos las imágenes de la visita de Chirac y de Rodríguez Zapatero, a los sucesivos presidentes de la Cámara autonómica, manifestaciones y plenos, presencias como Yoko Ono, Jorge Semprún, Charlton Heston, tantos personajes como han protagonizado estos años atrás importantes noticias en las Cortes.

Finalizo el recorrido comentándolo con dos de las políticas con más futuro: su presidenta, Violeta Barba, y Mar Vaquero, portavoz del PP. Frente a los problemas del actual Estado autonómico, ambas coinciden en la necesidad de seguir dando a conocer nuestra institución y su sede. A la propia población aragonesa, para empezar, y a los turistas que nos visitan y que ciertamente cada año se desplazan en mayor número al Palacio de la alegría.

La casa de todos los aragoneses.