Lucía Abellán contó en 'El País' hace unos días que el Gobierno no tiene intención de ofrecer que España acoja a una parte de los refugiados sin cobijo que se quedaron en Grecia tras el incendio del campo de Moria. No está confirmado todavía; las autoridades dicen que el país ya tiene mucha presión por solicitantes de asilo y llegadas por el Mediterráneo. Solo superan las cifras Alemania y Francia, que sí han ofrecido ayuda.

En 'Manual de resistencia', el libro que firmó Pedro Sánchez, habla de «mi primera decisión como presidente», la acogida del barco 'Aquarius': «A mí personalmente, el haber salvado la vida a 630 personas hace que piense que vale la pena dedicarse a la política. Sí, sabemos que son 630 personas nada más, que el fenómeno de la migración involucra a millones y que, por desgracia, no lo podemos resolver ni abordar nosotros solos. Pero se trata de seres humanos cuyas vidas concretas hemos cambiado y hemos salvado. Eso compensa todos los los sinsabores de la política», dice el presidente.

«Por eso me sabe mal oír comentarios diciendo que fue una decisión de márketing», continúa. «¿Márketing? Que se lo digan a los 630 migrantes del 'Aquarius'. [...] Que les pregunten si es un gesto o decisiones políticas que cambian la realidad, por las que nos felicitó la comunidad internacional». El comisario europeo de migración agradeció la intervención y habló de solidaridad real. «Me gustó especialmente esa expresión [...] Describe con exactitud lo que ocurrió. Eran personas reales y nosotros no respondimos con bellas palabras, sino con una decisión real».

«La decisión del 'Aquarius' me hizo sentir reconfortado con la política, por la capacidad de cambio que nos ofrece a quienes tenemos responsabilidades, sobre todo desde el Gobierno». Cuenta Sánchez: «El hecho de que las circunstancias convirtieran el 'Aquarius' en mi primera decisión y que adquiriera la envergadura europea que queríamos darle, [ sic ] me hizo darme cuenta de hasta qué punto han estado presentes en mi vida política los refugiados, esas personas que, como dijo Hannah Arendt , son apenas nada más que seres humanos. Las vidas de esas personas nos muestran cuán fácilmente cualquiera de nosotros podemos perder nuestro trabajo, nuestro país, nuestros seres queridos y los derechos más elementales. No ser nada más que seres humanos supone una vulnerabilidad extrema y lo cierto es que ver a los refugiados de cerca, conocerlos, tratarlos, no importa cuál sea su origen, te pone ante los ojos la esencia misma de la humanidad, la suya y la tuya. Mi estancia en Bosnia-Herzegovina y con los refugiados de Kosovo, siendo muy joven, influyó sobremanera en mi vida política».