No convenció ayer Javier Lambán con su discurso de inventario a la oposición, que le afeó la falta de mordiente y comparó su comparecencia con una sesión de investidura, plagada de promesas que no llegan. En su haber colocó el presidente la recuperación de los servicios públicos esenciales: hay más dependientes atendidos, más profesores contratados, más perceptores del Ingreso Aragonés de Inserción, más operaciones para aliviar las listas de espera… Lo que no dijo es que esa recuperación ha sido posible porque la comunidad ha visto crecer sus ingresos en cientos de millones, tanto por el alza del techo de gasto autorizado por el Estado como por un aumento de recaudación impositiva.

Dejando al margen el balance de gestión ordinaria, donde Lambán ofreció algo de luz fue en el anuncio de un plan de empleo joven, con la subvención de cuotas de la Seguridad Social en casos de contratación estable y duradera. Fue su compromiso de mayor calado. Aunque otras veces el PSOE ha criticado este tipo de ayudas directas, a la postre se han revelado como la herramienta más útil en la inserción laboral, siempre garantizando el seguimiento adecuado y riguroso de las mismas.

Más allá de los claroscuros del discurso, será hoy muy relevante la réplica de una oposición mayoritaria en el parlamento y poco dispuesta a hacer concesiones. La portavoz de Podemos, Maru Díaz, fue ayer aguerrida y calificó la comparecencia de Lambán de «estafa». Menudos socios, a los que el presidente reclamará hoy que apoyen el techo de gasto como paso imprescindible para que la comunidad tenga presupuestos en el 2018. Respecto del PP se espera un discurso diamantino de Luis María Beamonte, obligado por ser su primera intervención en el debate de la comunidad y porque el PP no quiere convertirse en mera muleta de los socialistas. Beamonte aspira a proyectar una imagen de alternativa responsable sin pelos en la lengua.

Las invocaciones a grandes pactos flotarán en un ambiente enrarecido por la situación de debilidad en la que se encuentra un presidente que a medio mandato se ha visto obligado a renovar su liderazgo en el PSOE, y a hacerlo con una inesperada contestación interna, tras el triunfo de Pedro Sánchez. Lambán es hoy núcleo de la inestabilidad estable o de la estabilidad inestable a la que se refirió él mismo para definir la situación política aragonesa. Acaso por la pesada carga que soporta, el presidente proyectó ayer la imagen de un hombre triste, en palabras de Arturo Aliaga, algo atormentado cabría añadir, como reveló al afirmar en un ataque de sinceridad que si es presidente se debe a que es la única alternativa posible. Motivos tiene para vivir esta etapa con desasosiego, ante tantas piedras y alguna roca como jalonan su camino, la mayoría de las cuales se las van poniendo quienes pensó que le ayudarían en la singladura. Tendrá que sudar hoy la gota gorda para sortearlas.