Hay que entender a Mariano Rajoy y los suyos. Ahora mismo han puesto ahí, sobre la mesa parlamentaria, su proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE). Y les resultaría inexplicable que otros partidos, motivados por vaya usted a saber qué razones o manías, se pusieran tontos y no quisieran aprobarlos o al menos colaborar a su aprobación. Por la misma regla de tres que fue preciso mantener al superjefe del PP en La Moncloa pese a lo corto que iba de apoyos parlamentarios, ahora hay que dar luz verde a sus cuentas. Por sentido común, que dicen los rajoyistas, porque el líder lo vale, porque muchos podrían salir perjudicados si el tema no prospera, porque eso es lo que hay y no hay más... y porque es mejor contentarse con unos Presupuestos bondadosos que ir a una prórroga de los actuales y a otra crisis política.

Tal y como los presentó Montoro, estos PGE son una bicoca. Interesan a los pensionistas del nivel ínfimo, que veran incrementados sus emolumentos en un 3% en vez del 0,25% de rigor. También a los policias nacionales y guardias civiles, que darán los primeros pasos hacia su gran objetivo laboral: cobrar un salario similar al de mossos y ertzainas. A los estudiantes, que podrán acceder a nuevos paquetes de becas. A los jóvenes currantes, que tendrán subvenciones y bonificaciones. A los catalanes (buenos o malos), cuya comunidad acaparará la inversión en infraestructuras. A Teruel, y Aragón en general, que tienen ahí colgados el Fondo Especial y unos cuantos cientos de millones más, lo cual no parece gran cosa pero se eleva un 18% sobre lo adjudicado el año pasado. A los fabricantes de armas, que se juegan nada menos que diez mil millones de gasto adicional en blindados, barcos, helicópteros y la consabida chapuza submarina.

Interesan a los funcionarios, a la gente del cine, a los patronos, a los obreros, a los chicos, a los chacos y a cualquier español (se precie o no de serlo). No son parte de un programa político, ojo, sino una oferta tan generosa y altruista que nadie en su sano juicio rechazaría. ¿O qué? H