El proyecto de presupuestos para Aragón que presentó ayer el Gobierno presidido por Javier Lambán rompe al fin la tónica de los últimos cinco años y propone el incremento de las inversiones para volver a los niveles del 2012. 5.570 millones de euros permitirán hacer colegios hoy demandados por la ciudadanía, reforzar la atención sanitaria, incrementar la transferencia a la Universidad, fomentar la rehabilitación de viviendas, atender a la dependencia o paliar la pobreza energética. En líneas generales se trata de unas cuentas satisfactorias cuyo único problema es que llegan con medio año de retraso, tras una negociación en la que el PSOE y Podemos, pero también CHA e incluso IU han forcejeado en una larguísima pugna perdiendo sin duda un tiempo precioso.

Si era posible alcanzar un aumento total del gasto previsto en un 8,7% y en un 7% la inversión (simpre con arreglo al anterior ejercicio), no parece lógico que varias formaciones de izquierdas, con programas no tan diferentes y a las que cabe suponerles una clara vocación social hayan tardado tanto en alcanzar algo parecido a un acuerdo. Podemos presume ahora de haber arrancado más de cien millones de euros para reforzar o crear partidas destinadas sobre todo a los más desfavorecidos. Pero su actitud durante la negociación (a la que en algún momento se negó) ha sido errática, confusa y a veces contradictoria. Es seguro que una actuación más coherente, firme y bien definida hubiese obtenido resultados iguales... pero a su debido tiempo.

El Ejecutivo autónomo ha logrado por fin cuadrar unas cuentas expansivas, razonables y con objetivos adecuados. Casi la cuadratura del círculo. Ahora hacen falta dos cosas fundamentales. En primer lugar que la tramitación del proyecto sea fluida y sin más histrionismos ni golpes bajos. En segundo, que la aplicación de los presupuestos se active lo antes posible porque Aragón lleva mucho tiempo tirando de inercia, con demasiadas inversiones públicas pendientes.

En esta Comunidad, las izquierdas no pueden permitirse llegar tan tarde y tan a trompicones a citas como la que marca cada año la aprobación de los presupuestos. Es preciso que entre ellas prevalezca la voluntad unitaria y la lealtad mutua. PSOE y Podemos están condenados a entenderse. Si no lo logran o lo consiguen de malas maneras, le harán el juego a la derecha. Así de simple.