Los Presupuestos Generales del Estado presentados ayer significan el mayor aumento del gasto desde que estalló la crisis económica, al nivel del incremento de los del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en el 2010. Las cuentas son un intento positivo de blindar el Estado del bienestar y devolver a las clases medias y populares parte de lo perdido en los años del austericidio. El gasto crece el 5,3% hasta los 345.000 millones de euros, con un fuerte aumento de las partidas sociales (el 59% en dependencia, el 41% en vivienda y el 40% en infraestructuras), pero el principal problema es cómo se financia ese gasto. Los ingresos récord previstos, de 227.000 millones, el 9,5% más, suscitan escepticismo, pese a que el Gobierno confía en cubrirlos con el aumento de la recaudación por el mantenimiento de la mejora de la economía y con nuevos impuestos.

Las cuentas salen ya condicionadas por el dinero destinado a pensiones, 153.000 millones, más de la mitad del gasto total, el sueldo de los funcionarios (23.000 millones) y los intereses de la deuda (31.500 millones). El margen de maniobra es, pues, escaso.

En Aragón, las cuentas también salen. Con una inversión de 539,6 millones, un 4,4% del total, volvemos a cifras del año 2011, lo que nos convierte en la quinta comunidad con más crecimiento en el capítulo de inversiones que, como siempre, capitaliza el ministerio de Fomento. Pero que nadie se llame a engaño, no hay previstas nuevas obras en la comunidad, aunque sí más dotación económica para infraestructuras ferroviarias. Y en esa partida, de 92 millones, son destacables los 72 millones presupuestados para el tramo entre Sagunto y Teruel, perteneciente al corredor cantábrico-mediterráneo, y los 5 millones con los que, por primera vez, se ha dotado a la línea de Canfranc para avanzar en su reapertura. Amén de las polémicas obras hidráulicas de la comunidad, como Yesa o Biscarrués, y carreteras como la A-23 (tramo Monrepós-Jaca).

Pero todas estas cifras están en el aire y tienen por delante un largo camino que recorrer. Están sujetas a las enmiendas de todos los partidos y ni siquiera está garantizada su aprobación en el Congreso de los Diputados. Contando con que Podemos los respaldará finalmente, sería necesaria la aprobación de los independentistas catalanes. Y eso también está por ver.