Las previsiones de la OCDE sobre crecimiento económico en España están en onda con las que maneja el Gobierno, un 2,2% este año y un 1,9% el próximo, dígitos positivos sobre todo teniendo en cuenta que la media de la zona euro se quedará casi en la mitad en este ejercicio y medio punto por debajo en el 2020. El aumento del PIB supondrá la creación de puestos de trabajo, aunque a un ritmo menor, pero tirando de la tasa de paro hasta una previsible del 12,7% en 2020. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico considera que las mejoras en el empleo seguirá apoyando la demanda interna como principal motor del crecimiento y que el aumento de los salarios empujarán el consumo. Está por ver que el esperado aumento de los salarios tenga la repercusión que se le augura porque, si bien el aumento del salario mínimo se afianza, así como el de los empleados públicos y el de las pensiones favorece aunque sea poco el consumo, un enorme porcentaje de trabajadores sobre todo en los servicios no prevén ingresos mucho mayores y es ahí donde las condiciones laborales mantienen más dudas. La OCDE asegura que la reforma laboral de Mariano Rajoy está mostrando ahora sus beneficios y propone perseverar. Se han reducido las dantescas cifras de paro, sí. ¿Pero a qué precio? Al de unos sueldos y condiciones laborales en muchos sectores que no escapan de la pobreza y, especialmente entre los jóvenes, incapaces de ofrecerles la emancipación. Con todo, un brexit incierto y los coletazos del pulso entre EEUU y China pueden salpicar de nuevo y para mal todo el entramado.