El presidente de Estados Unidos acaba de perder su primaria inaugural en Europa: con la caída de su gran amigo José María Aznar --a través de Mariano Rajoy-- víctima de los despropósitos, las mentiras y la barbarie que nos ha traído la guerra de Irak, Bush pierde a uno de sus dos grandes aliados del trío de las Azores, derrotado en las urnas.

En un mundo tan globalizado y dirigido desde el imperio estadounidense, los inesperados resultados electorales en España no sólo debilitan el eje belicista laboriosamente forjado por los neoconservadores del Pentágono que dirigen Rumsfeld y Cheney, sino que también representa el preludio de la posible derrota en las urnas del propio emperador, el próximo 2 de noviembre, casi por las mismas razones que provocaron la debacle del PP.

Pocas dudas hay de que Aznar ha pagado electoralmente el precio de su postura. Probablemente, más gobernantes tendrán que hacer frente a los engaños de esta guerra que nunca fue legal. El premier británico, Tony Blair, ya está sufriendo incesantes investigaciones y revueltas en su propio partido. Pero donde menos se tolera la falsedad es en Estados Unidos.