A nadie se le escapa ya que en unas primarias a campo abierto, Javier Lambán, perdería la secretaría general del PSOE frente a un candidato auspiciado por Ferraz. La debilidad del líder ante el escrutinio de la militancia es ahora manifiesta. Y es de ilusos pensar que Lambán pudiese seguir como candidato a la presidencia tras perder los mandos del partido. Se equivocan los socialistas, si desde Madrid, y por sus guerras internas, deciden derrocar a Lambán. En la jugada se dejarían por el camino el Gobierno, las diputaciones, las comarcas y algún que otro ayuntamiento. Un precio muy elevado para el PSOE, en una comunidad que gobiernan con la fórmula preferida por Pedro Sánchez: acuerdos con la izquierda. Lambán tiene enemigos que vienen de fuera, es evidente. Pero ha perdido un bien muy preciado: la unión de su federación. Huesca, que funciona como un bloque, se ha distanciado del secretario general aragonés y ha pactado con la nueva dirección federal. De nuevo la llave está en el norte, que dictará quién sigue al mando del PSOE en la comunidad. A Lambán aún le quedan cartas por jugar. Puede intentar (debería) un pacto con Ferraz. Y sobre todo tiene en su mano recuperar la confianza de la federación oscense. El verano amilanará los ánimos, y a la vuelta una crisis de Gobierno, antes del congreso, devolvería el equilibrio y contentaría a todas las partes. Esto, junto a un giro de las políticas del Ejecutivo en Huesca, devolvería a Lambán el control y podría hacer frente con garantías a unas primarias.

*Periodista