Cuando aún no se ha constituido el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos (UP), el primero de coalición desde la Segunda República, se han producido ya los primeros roces entre los socios. Al difundir los nombres de sus ministros mientras aún se estaba votando la investidura del presidente, UP contribuyó a dar argumentos a quienes sostienen que no está conjurado el peligro de que haya dos gobiernos en uno. La prisa por anunciar los nombramientos recuerda lo que ocurrió en Cataluña en otro Gobierno de coalición, el primer tripartito: ERC se adelantó a difundir los nombres de sus consellers cuando el president Pasqual Maragall aún no había comunicado oficialmente la composición del Govern. Aquella no fue una coalición sencilla. Para evitar hechos como este, el PSOE y UP suscribieron el miércoles un documento sobre el funcionamiento del Gobierno, en el que se establece que ambos partidos votarán juntos en las cuestiones gubernamentales y se deja libertad de voto en los temas ajenos al Ejecutivo; se incide en la necesaria lealtad gubernamental, en la coordinación y en la discreción como métodos de trabajo y se fija una mesa de seguimiento para evaluar la actuación del Gobierno y las posibles discrepancias. Sin embargo, a las 24 horas, la Moncloa anunciaba que el Gobierno tendrá cuatro vicepresidencias, en lugar de tres como se había acordado, lo que diluye el papel de Pablo Iglesias y ha causado malestar en UP. Al mismo tiempo, se confirmaban los nombres y las carteras de UP y fuentes del PSOE informaban de que María Jesús Montero será portavoz del Gobierno y mantendrá Hacienda. Toda esta peripecia demuestra que la coordinación no está ajustada. Al no respetar los tiempos y las competencias, se da la impresión de que cada partido va por su lado. Es urgente por ello atajar la imagen del doble Gobierno. Un Gobierno con vicepresidencias política, social, económica y ecológica para abordar los principales retos y tres, ocupadas por mujeres.